EL MUNDO › VINCULO LA CRISIS AMBIENTAL CON LA POBREZA
Como cierre de su cumbre en Hieligendamm, Alemania, el G-8 que agrupa a los países más poderosos dialogó ayer con representantes de cinco países emergentes, entre ellos Brasil y México, sobre el clima y el comercio internacional. También hablaron de pobreza y los líderes de los países en desarrollo les pidieron a los de los países ricos que asuman sus responsabilidades históricas. La última jornada del G-8 comenzó con la ausencia del presidente estadounidense, George W. Bush, aquejado de un malestar estomacal que le impidió salir en la fotografía de familia con los líderes africanos. Pero pronto retomó su agenda.
Los gobernantes de Brasil, México, China, India y Sudáfrica, integrantes del llamado G-5, fueron recibidos ayer por el G-8 que preside la canciller alemana Angela Merkel. Los cinco países se habían preparado con esmero durante una reunión en Berlín para consensuar posiciones y hablar con una sola voz, para que el eco de su mensaje llegue lo más lejos posible. El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y su homólogo mexicano, Felipe Calderón, llegaron a la cita con dos cuestiones de vital importancia para el desarrollo de sus países: la lucha contra el cambio climático y las negociaciones de la Ronda de Doha en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para la liberalización de los mercados.
Lula, cuyo país, junto con Estados Unidos, es uno de los principales productores mundiales de etanol, ya adelantó que explicará a los ocho países industrializados “el vínculo existente entre las cuestiones del cambio climático, de la energía y del combate contra la pobreza”. A esta reunión Lula llegó con un sabor agridulce por el acuerdo de mínima para la “reducción sustancial” de los gases de efecto invernadero adoptado el jueves por el G-8, que considera muy vago por no incluir metas numéricas. “Es preciso tener a corto plazo algunos compromisos que nos permitan de aquí a 10 o 15 años tener mecanismos de protección contra la contaminación del planeta”, recalcó.
Por su parte, Calderón opinó que el G-8 debería “asumir compromisos más concretos y claros”. Los países emergentes quieren vincular la protección climática con el desarrollo, pues no están dispuestos a sacrificar su economía en nombre del medioambiente, cuando consideran que se ha deteriorado, ante todo, por la acción despiadada de los estados más industrializados. Y recordaron al privilegiado club que el G-5 representa el 42 por ciento de la población mundial, y que su peso en la escena internacional está lejos de ser anodino. Así lo hizo saber el jueves por la noche el presidente chino, Hu Jintao, en Berlín.
Además de este encuentro, el G-8 también acogió en su seno ayer a una representación de países africanos, a los que prometió ayuda financiera para combatir las pandemias que hacen estragos en el continente negro. “Son 60.000 millones de dólares en total”, declaró la ministra de Ayuda al Desarrollo, Heidemarie Wieczorek-Zeul. Y, en un comunicado, el G-8 reiteró su compromiso, de aumentar su ayuda a Africa antes de 2010.
En la calle, los militantes antiglobalización se mostraban satisfechos con el balance de sus acciones, mientras los últimos manifestantes congregados en torno de la barrera de seguridad que acoraza la cumbre levantaban su campamento. Poco antes, la policía alemana había forzado el aterrizaje de un globo aerostático de Greenpeace que sobrevolaba Rostock, a unos 12 km de Hieligendamm.
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