Dom 10.06.2007

EL MUNDO  › EN FRANCIA, BETANCOURT ES UN EMBLEMA NACIONAL

Una obsesión llamada Ingrid

› Por Eduardo Febbro

Desde París

La trama subterránea que implica a una mujer secuestrada hace cinco años por las FARC, la franco-colombiana Ingrid Betancourt, candidata presidencial del partido ecologista Oxígeno, al Estado francés, al gobierno colombiano y a varios jefes de las FARC es un corredor de intereses personales, asuntos del corazón, antagonismos familiares, traiciones, negociaciones en la sombra, silencios escandalosos, tensiones diplomáticas y secuestros extorsivos. Este cóctel hizo de Ingrid Betancourt una suerte de emblema más famoso en Francia que en su propio país.

La presión ejercida por París desde hace cinco años para obtener la liberación de Betancourt modificó la relación de fuerzas dentro de Colombia. Betancourt era una pieza menor pero el interés demostrado por París hizo de ella “un tesoro de guerra para las FARC”, según el periodista francés Jacques Thomet, ex responsable de la oficina de la AFP en Bogotá y autor de un exhaustivo libro-investigación sobre este caso titulado ¿Ingrid Betancourt, historia de corazón o razón de Estado? Diplomacia, servicios secretos, gobierno, artistas franceses y hombres políticos llevan cinco años movilizándose para sacar de las garras de las FARC a una mujer que ganó su notoriedad en Francia con un libro de memorias, Con la Rabia en el corazón. Hay otros secuestrados franceses en Colombia, uno de los cuales ya murió en cautiverio en la indiferencia más cruel que se pueda imaginar –Aída Duvaltier–. También existen otros cuatro. Hay más rehenes ocultos en la jungla colombiana, pero ellos son invisibles al lado de Ingrid Betancourt. ¿Qué ha llevado al Estado francés a implicarse tan hondamente en este caso? Dos presidentes de la República, el actual, Nicolas Sarkozy, y el anterior, Jacques Chirac, la Cancillería, la jefatura del gobierno y los mismos cuadros de las FARC han intervenido en este extenso drama. La noche de su elección, el pasado 6 de mayo, en su primer discurso a la nación, Sarkozy recordó que no abandonaría a Betancourt. Un mes más tarde, Rodrigo Granda, el llamado canciller de las FARC, era excarcelado por el presidente Uribe a pedido expreso de Francia para ser “gestor de paz”, según la denominación oficial de Bogotá.

Rodrigo Granda, de hecho, renueva una misión que ya había asumido antes. El canciller de las FARC fue detenido el 13 de diciembre de 2004 en Venezuela cuando, a espaldas del gobierno colombiano, estaba actuando como mediador entre las FARC y París a fin de conseguir la libertad de Ingrid Betancourt. Granda no es la única cabeza de las FARC que cayó en las redes del presidente Alvaro Uribe por comprometerse en esa negociación. Simón Trinidad, tesorero e ideólogo de las FARC y hoy extraditado a Estados Unidos, fue arrestado en Quito el 2 de enero 2004 en las mismas condiciones que Granda. Según un comunicado de las FARC difundido el 14 de enero en su portal de Internet, “el arresto del comandante Trinidad hizo fracasar su misión clandestina para buscar, en Ecuador, un lugar para reunirse con el secretario general de la ONU, Kofi Annan, (...) y el encuentro previsto con representantes del gobierno francés a fin de encontrar una solución definitiva al cautiverio de Ingrid Betancourt y otros prisioneros de guerra en el marco de un intercambio humanitario”.

Para Thomet no hay dudas de que en el caso Betancourt primó el trato sentimental en detrimento de la razón de Estado. “El ex canciller y ex primer ministro francés Dominique de Villepin llevó a cabo una gestión sentimental del caso de Ingrid Betancourt. Esto perturbó las relaciones diplomáticas entre París y Bogotá y ocasionó pérdidas importantes. Debido a esta gestión sentimental, Bogotá anuló contratos con París por más de 700 millones de dólares.” Thomet estima también que la raíz de esta gestión personal del caso Betancourt hay que buscarla en los años ’80, cuando Dominique de Villepin era profesor de Ciencias Políticas de Ingrid Betancourt. “Ambos mantuvieron excelentes relaciones, había una profunda amistad. A su vez, la hermana de Ingrid, Astrid, es la actual esposa del ex embajador de Francia en Colombia, Daniel Parfait –hoy encargado del departamento Américas de la Cancillería francesa–”. Pero la personalización a ultranza del caso Betancourt ha dejado a miles de secuestrados en el silencio de la selva donde las FARC esconden el botín de su comercio brutal.

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