EL MUNDO • SUBNOTA › EL RESCATE QUE TERMINO MUY MAL
› Por Eduardo Febbro
Nada puede probar con más asombro la mezcla de intereses que está detrás del caso de Ingrid Betancourt como la operación que montó el ex jefe de gobierno Dominique de Villepin para liberarla. El operativo, conocido como 14 de Julio, se organizó con los servicios secretos franceses pero sin que la ministra de Defensa, el primer ministro –en esa época De Villepin era canciller– o el presidente francés, Jacques Chirac, estuvieran al corriente. Pura novela con espías, aviones que vuelan sin autorización, curas intermediarios y un rotundo fracaso final que prolongó aún más la tortura del secuestro que las FARC infligen a Betancourt.
El 9 de julio de 2003 un avión militar francés Hércules C-130 viajó a Brasil con agentes de la DGSE, los servicios del contraespionaje, con la misión de “recuperar” en la frontera entre Brasil y Colombia a la candidata ecologista secuestrada el 23 de febrero de 2002. Pero ni siquiera los brasileños habían sido informados. El avión aterrizó en Manaos, la capital de la Amazonia brasileña. Por 6000 dólares, cuatro de los 11 ocupantes alquilaron luego un avión taxi para dirigirse a
San Pablo de Olivença, a unos 200 kilómetros al oeste de Leticia, la localidad donde los esperaba Astrid, la hermana de Ingrid Betancourt. Cleiton de Abreu, el piloto del avión, dijo que rápidamente sintió que “algo no cuadraba en la historia. Los hombres parecían nerviosos, hablaban en francés y estaban vestidos con las botas y las mochilas típicas de los turistas, pero yo sabía que formaban parte del grupo de pasajeros que había llegado a bordo de un enorme avión militar francés estacionado cerca del hangar de mi compañía. Lo único que les interesaba saber era si el avión podía volar de noche y si el tren de aterrizaje era resistente”.
El operativo 14 de Julio terminó ahí: Abreu denunció a los pasajeros y éstos fueron arrestados. El 13 de julio fueron expulsados del Brasil. Ni Brasil ni Colombia sabían de la misión. La prensa brasileña reveló más tarde que París y las FARC habían negociado “bajo la mesa” la liberación de Betancourt. Las FARC lo negaron y acusaron a Uribe y a los servicios secretos de Colombia de “haber montado el episodio y abusado de las buenas intenciones humanitarias de los franceses”. Varios diarios franceses y el semanario brasileño Carta Capital aseguraron que se trató de obtener la liberación de Betancourt a cambio de un cargamento de armas destinado a las FARC y asistencia médica para su número dos, Raúl Reyes.
En cuanto la información salió a la luz pública ninguno de los poderes estaba al corriente. Luego aunaron su ignorancia inicial para producir una decente versión oficial que confirmó gran parte de lo sucedido. Jacques Thomet, el autor del libro ¿Ingrid Betancourt, historia de corazón o razón de Estado?, adelanta una hipótesis posible: que hayan sido Uribe y la CIA quienes hicieron caer en la trampa a los servicios secretos franceses a fin de echar por tierra toda posibilidad de éxito.
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