A pesar de la oposición de los obispos que ven en la decisión papal un retroceso, desde hoy se permitirá la misa en latín.
› Por Peter Popham *
desde Roma
La Iglesia Católica se despierta esta mañana con una nueva serie de reglas con respecto a la misa y las palabras –no sólo el idioma– en las que debe ser celebrada. En un esfuerzo por cerrar la fisura creada cuando los partidarios del arzobispo francés Lefèbvre insistieron en seguir usando la misa introducida en el Concilio de Trento en el siglo XVI, el papa Benedicto XVI permitirá el uso de la llamada Misa Tridentina, celebrada sólo en latín, por cualquiera que desee usarlo, a pesar de las opiniones de sus obispos. Muchos católicos posconciliares ven como un retroceso la vuelta a una misa que estigmatizaba a los “herejes”, los “cismáticos” y a los judíos y que presentaba a la Iglesia Católica como la única versión verdadera de la fe.
Aun antes de su publicación, la gran oposición a la recuperada misa ha sacudido a la Iglesia. Un obispo entrevistado por el diario La Repu-bblica dijo el día de la publicación de la carta del Papa confirmando la reforma “es el día más triste de mi vida”. El pontífice confirmó que la forma existente de la misa, que data del Segundo Concilio Vaticano, de la década de 1960, seguirá siendo la standard, dicha en el idioma de la congregación local.
Pero muchos católicos liberales ven como un retroceso imprudente la vuelta a una misa que, en la forma en la que era usada hasta 1962, estigmatizaba a los “herejes”, los “cismáticos” y a los judíos y que presentaba a la Iglesia Católica como la única versión verdadera de la fe. Y cuando examinan los cambios que Benedicto ha hecho en el guardarropa papal, ven un patrón. Desde que asumió, en abril de 2005, el Papa alemán se dirige rápidamente hacia el pasado. El magnífico guardarropa papal se ha modificado regularmente desde el II Concilio Vaticano. El papa Pablo VI simbólicamente puso su espléndida tiara en el altar de San Pedro al final de Concilio; fue vendida y lo recaudado donado a la caridad. Benedicto todavía debe comprarla de vuelta, pero repetidamente ha asombrado a los vaticanistas con una variedad de sombreros, capas y otros ornamentes arcaicos que elige vestir.
En su primer invierno como Papa, se puso el sombrero apretado, estilo Santa Claus, de terciopelo rojo con el borde de armiño que no había sido usado desde Juan XXIII. También usó el “galero”, un estilo cowboy en rojo, y un “greca”, el sobretodo de cachemira largo a los tobillos usado la última vez por Pío XII. También ha dado pasos para restaurar algunas de las dignidades del papado sacrificadas por sus predecesores en el interés de la humildad. Durante sus 33 días de papado, Juan Pablo I rechazó la “silla gestorial” en la que se trasladaban los papas hasta entonces. Benedicto podría restaurarla.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère
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