EL MUNDO › EL SLOGAN OPOSITOR VINCULA EL ACCIDENTE AEREO CON LA INSEGURIDAD CALLEJERA
Una movida de empresarios y publicistas opositores, sin apoyos partidarios conocidos, con financiamiento de fundaciones vinculadas al grupo O Globo, anunció una serie de avisos televisivos denunciando un supuesto cansancio con el gobierno por la corrupción y la inseguridad, con las víctimas del accidente como protagonistas.
› Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
En tiempo real, el viernes pasado, fueron lanzados dos experimentos de similar cuño político: mientras Juan Carlos Blumberg anunciaba en Buenos Aires su candidatura a gobernador en San Pablo, surgía el movimiento cívico “Me Cansé”, promovido por empresarios y publicistas opositores al gobierno Lula hastiados del “caos” imperante, contra el cual proponen una rebelión de los “ciudadanos de bien” deseosos de un líder “con comando” que restituya el orden perdido.
El detonante fue la tragedia aérea que el martes 17 de julio mató 199 personas cuando un Airbus 320-A de TAM se estrelló contra un predio próximo al aeropuerto de Congonhas, San Pablo, después de un aterrizaje fallido.
En la campaña lanzada bajo el lema “Me Cansé” aparecen algunos ciudadanos contando sus peripecias en los aeropuertos junto con otros que fueron víctimas de la violencia o relatan casos de corrupción. El costeo de las tandas televisivas correrá por cuenta de la Federación de Industrias de San Pablo, la Federación Brasileña de Bancos, la Orden de Abogados de Brasil y la Asociación Brasileña de Empresas de Radio y TV, integrada por el poderoso grupo Globo.
Contar con el partido mediático es un activo valioso para quienes pretenden diseminar en la sociedad el descontento de las clases medias. “La tragedia de Congonhas tiene que marcar un punto a partir del cual la sociedad civil organizada se haga oír, no creo que los problemas en los aeropuertos sean cuestión de una minoría, debemos reflexionar y comenzar un movimiento de masas” dijo el diputado Efraim Filho, del conservador partido Demócratas a Página/12.
Ningún partido se sumó orgánicamente al movimiento que, sin embargo, está avalado por diversos dirigentes como el ex gobernador de San Pablo, Claudio Lembo, también de Demócratas, quien reconoció que la iniciativa responde “a un pequeño segmento de la elite blanca, es un movimiento que debe haber comenzado en Campos de Jordao”, una exclusiva villa turística del interior paulista.
El lanzamiento de la cruzada “blanca” cerró una semana adversa para Lula da Silva, que el miércoles dimitió al ministro de Defensa Waldir Pires, un ex exiliado político y actual afiliado al oficialista Partido de los Trabajadores (PT), visto con recelo por las fuerzas armadas. En rigor, los militares nunca aceptaron de buen grado subordinarse a un funcionario civil tras la disolución de los ministerios de Aeronáutica, Ejército y Marina, en 1999, durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso.
La caída de Pires fue un traspié tanto para el gobierno como para el PT, que volvió a perder espacio en el gabinete a manos del centrista Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), al que pertenece el nuevo ministro Nelson Jobim.
Al nombrar a Jobim, Lula recuperó el centro de la escena política perdido desde el día de tragedia, cuando se recluyó en el Palacio del Planalto. Pero los movimientos del mandatario indican que aún continúa a la defensiva, perturbado por una crisis que se arrastra desde septiembre de 2006, cuando 154 personas murieron al chocar una avioneta y un boeing en la Amazonia.
Lula, que había evitado privatizar empresas públicas en sus primeros cuatro años de mandato, acaba de anunciar la incorporación del capital privado a la administración de los aeropuertos, aunque sus colaboradores afirman que el Estado controlará la mayoría accionaria.
Temiendo ser objeto de abucheos, Lula evitó viajar al próspero estado de Rio Grande do Sul, de donde era buena parte de las víctimas del accidente, y el jueves visitó Rio Grande do Norte, para anunciar obras de saneamiento en favelas.
Jobim, superministro
El otoño político de Fernando Henrique Cardoso, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), no hizo mella en sus méritos como el líder más lúcido del variopinto arco opositor brasileño.
La idea de convocar a las “mayorías silenciosas” impulsada ahora por las principales corporaciones empresariales fue lanzada por él tres años atrás, cuando propuso organizar movilizaciones contra la inseguridad a imagen y semejanza de las que por entonces lideraba Blumberg en Argentina.
Cardoso volvió al ruedo la semana pasada citado por el politólogo José Alvaro Moisés, para quien el flamante titular de Defensa Nelson Jobim podría ser un superministro tal como lo fue Cardoso en 1993 durante el gobierno de Itamar Franco.
Si Jobim resuelve la crisis aérea igual que Cardoso logró controlar la inflación con el Plan Real, estamos ante un posible candidato presidencial, pronosticó el intelectual vinculado al PSDB, principal partido opositor al gobierno de Lula.
Al tomar posesión del cargo, el jueves, Nelson Jobim prometió que tendrá el “comando” de la situación y dejó ver que aspira a ser un funcionario con brillo propio. El viernes el nuevo ministro viajó a San Pablo, donde mantuvo varios encuentros con su amigo el gobernador de ese estado, José Serra, del PSDB.
No será Jobim un ministro opositor dentro del gabinete, pero tampoco obrará como un peón del presidente: con su llegada al gobierno se inicia una etapa política de final abierto en la que puede estar en juego la sucesión presidencial.
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