Gordon Brown trató superar el desastre de Irak al realizar anoche su primera reunión con el presidente George Bush, desde que asumió como primer ministro de Inglaterra. Durante el vuelo a Washington, Brown no hizo ninguna mención sobre Irak frente a los periodistas, en un intento de distanciarse de lo que fue conocido en Gran Bretaña como la “guerra de Tony Blair”. Por la noche, los dos líderes discutieron los planes para disminuir las tropas británicas de 5500 hombres ubicados en el sur del país invadido, en una cena llevada a cabo en la residencia presidencial de Camp David. Según las expectativas, el mandatario inglés confirmaría a Bush que él no quiere apurar los planes para entregar el área de Basora a las fuerzas de seguridad iraquíes.

Antes de la visita de Brown a Estados Unidos, Simon McDonald, el asesor principal de política exterior del primer ministro, discutió diferentes escenarios para la retirada de tropas con sus pares estadounidenses. Sin embargo, desde Downing Street insistieron que el funcionario había dejado en claro que no iba a haber “ningún cambio” en la política del gobierno británico. Pese a que es probable que los programas de armamento nuclear de Irak e Irán ocupen el lugar principal de la agenda en Camp David, los dos líderes anunciarán un acuerdo público en dos temas controvertidos. Ambos van a juntar fuerzas para presionar a otros mandatarios con el fin de revivir las estancadas conversaciones sobre tratados de comercio mundial y acelerar una resolución a la crisis en Darfur, Africa, redoblando la presión sobre el gobierno de Sudán.

Pese a los informes de que el halcón Dick Cheney, vicepresidente de Estados Unidos, quiere atacar militarmente a Irán, fuentes británicas afirman que no hay señales de una acción militar inminente.

En sus comentarios durante el vuelo, el primer ministro inglés recordó el espíritu de Winston Churchill al destacar las virtudes de la relación cercana entre Gran Bretaña y Estados Unidos, la que describió como “una alianza histórica de intereses comunes que une a nuestro país”, tras identificarse como un “atlanticista” y un gran admirador de la empresa y del interés nacional americano. “Es algo reconocido en el interés nacional británico que nosotros construimos una fuerte amistad con Estados Unidos, una relación bilateral muy importante”, dijo Brown. “La alianza está basada en algo más fundamental y duradero que los intereses comunes o incluso en la historia común”, agregó. Además, el mandatario citó la frase de Churchill sobre la “herencia común” de las dos naciones, que incluye “los grandes principios de la libertad y los derechos del hombre”. “Estas son las ideas que nos unen y dan fortaleza para trabajar juntos y enfrentar cada desafío como el peligro de la proliferación nuclear, la pobreza mundial, el cambio climático, hasta los desafíos más simples e inmediatos que el mundo debe enfrentar, el terrorismo global”, añadió Brown.

Sin usar la frase “guerra contra el terrorismo”, el premier valoró la capacidad de recuperación y el coraje de los estadounidenses luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre. “Mientras los edificios pueden ser destruidos, los valores son indestructibles”, señaló. Brown dijo que el mundo está en deuda con Estados Unidos por “su liderazgo en la lucha contra el terrorismo internacional”, pero su vocero oficial se negó a decir si el mandatario veía a Irak como parte de esa batalla. El portavoz le quitó peso a la omisión de Brown diciendo que el gobernante siempre apoyó las decisiones tomadas y que no había “ningún código” en su lenguaje.

Luego de una conferencia de prensa junto a Bush a realizarse hoy en Camp David, Brown se reunirá con dirigentes del Partido Demócrata y del Republicano en el Congreso. Mañana firmará un acuerdo exterior multilateral en una reunión con las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York.

* De The Independent de Londres. Especial para Página/12.

Traducción: Juan Manuel Barca.