EL MUNDO › EE.UU. PERDIO EL RASTRO DE UN ARMAMENTO EN IRAK
› Por Sandro Pozzi *
Desde Nueva York
Irak se hunde más al fondo que nunca, pero no sólo por la violencia y la pobreza. Los muertos siguen acumulándose –ayer hubo otros 70, en varios atentados– y la miseria avanza implacable, pero lo que hizo que el día de ayer fuera especialmente negro es la política. La coalición sunnita integrada en el gobierno anunció que se marcha del Ejecutivo, ya en precario tras la ruptura con la facción de los radicales chiítas que comanda Muqtada al Sadr. El Parlamento iraquí se ha ido además de vacaciones sin aprobar las leyes que Estados Unidos juzgaba clave para concluir que la reconstrucción avanza. En medio de este escenario sin salida, el vicepresidente norteamericano Dick Cheney intentó hacer un mea culpa, al reconocer que la insurgencia no está dando sus últimos coletazos, como había afirmado hace dos años. “Mi valoración en aquel momento fue equivocada”, se limitó a decir a CNN.
La salida de seis ministros del bloque sunnita plantea un problema a la Casa Blanca, que justifica una mayor presencia de las tropas como argumento para apoyar los progresos hacia la estabilidad política del país. Pero el principal temor de Washington está precisamente en las dificultades para lograr la reconciliación entre las distintas facciones y la dispersión de la corrupción, más que en la seguridad. Lo dice el nominado del presidente George Bush para el puesto de máximo consejero militar, Michael Mullen, que el martes sugirió ante el Senado que el esfuerzo en Irak podría fracasar si los líderes políticos no ponen de su parte para superar las divisiones sectarias. En este sentido, lamentó que el gobierno de Nouri al Maliki no esté dando los pasos necesarios para cumplir el requisito de la reconciliación política. Mullen evitó decir abiertamente si el incremento de tropas en Irak tendrá éxito o no, porque quiere esperar antes al informe final del general David Petraeus, que se publicará en septiembre. Tan sólo se limitó a decir que se están observando progresos. “La seguridad es mejor. No fenomenal, pero mejor”, reiteró Mullen, que sustituirá al general Peter Pace.
Cheney afirmó en este sentido que el informe de Petraeus demostrará que se están haciendo progresos ‘significativos’. Es algo que comparten los expertos en cuestiones militares y Oriente Medio, como Michael
O’Hanlon, miembro de Brookings Institution. “Finalmente se está haciendo algo en Irak, al menos en términos militares”, sostuvo el analista. Parte de este cambio, precisa, se debe a que cada vez hay más iraquíes que se oponen a las acciones de al Qaida y otros grupos insurgentes. La batería pesada llega cuando revelan que el gran problema está en el frente político. Es momento de que los líderes iraquíes den pasos hacia la reconciliación en lugar de maniobrar unos contra otros”, aseguró. Pero Estados Unidos debe comenzar a ser prolijo si quiere realmente profundizar ese cambio. Una investigación de una empresa independiente que realiza auditorías para el Capitolio denunció ayer el Pentágono perdió el rastro a cerca de 200 mil armas y municiones que había entregado a las fuerzas iraquíes entre 2004 y 2005.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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