Jue 02.08.2007

EL MUNDO

Misiles y un ex espía, por las enfermeras búlgaras

El jugoso acuerdo bilateral que estuvo detrás de la liberación de las enfermeras búlgaras.

› Por Eduardo Febbro

Desde París

Los cuentos de hadas sólo existen en los libros. La liberación de las cinco enfermeras búlgaras y el médico palestino acusados en Libia de haber inoculado el virus del sida a más de 450 niños, sentenciados a la pena de muerte después de 8 años de detención y luego liberados por obra y gracia de la gestión de la Unión Europea y de la iniciativa personal del presidente francés, Nicolas Sarkozy, no se debió únicamente a un gesto humanitario y la ecuanimidad del líder libio, el coronel Kadafi. En una entrevista publicada ayer por el vespertino Le Monde, su hijo, Seif al Islam, presidente de una asociación caritativa, reveló parte de la negociación que puso fin al drama de las enfermeras y el médico palestino. Tal como se había presentido en el desenlace del final, los acuerdos ligados al campo de la defensa y la suerte de un ex agente secreto libio implicado en el atentado contra el avión de PanAm que explotó sobre la localidad escocesa de Lockerbie, hoy detenido en Gran Bretaña, son elementos clave de la liberación de los acusados.

El hijo de Kadafi reveló los dos componentes determinantes que intervinieron en las negociaciones: un contrato con Francia para la compra de armas y la posible extradición del agente secreto libio mezclado en el atentado de Lockerbie. Luego de la liberación de las enfermeras y el médico que intervino al cabo de un viaje a Libia de la esposa del presidente francés, Cecilia Sarkozy, la presidencia francesa había explicado que, sin que ello tuviera relación alguna con el epílogo del caso de las enfermeras, se había firmado con Trípoli un acuerdo para la instalación de una central nuclear en Libia. Pero ayer, el hijo de Kadafi explicó que esa central nuclear “no es esencial para Libia”. Lo esencial está, de hecho, en otro párrafo del acuerdo que Seif al Isman detalló así: “en primer lugar, el acuerdo atañe ejercicios militares conjuntos, como es obvio. Después, también vamos a comprarle a Francia misiles anti tanques Milán por un monto de 100 millones de euros (135 millones de dólares). (...) Luego hay también un proyecto de manufactura de armas para el mantenimiento y la producción de armas”.

El hijo de Kadafi no ahorra detalles y se congratula sin medida por lo que califica como “el primer acuerdo de suministro de armas de parte de un país occidental”, y ello desde el fin del embargo (2004) decretado por la comunidad internacional a raíz justamente de las abrumadoras pruebas que conectaban a Libia con el atentado de Lockerbie. Pero ello no es todo en esta macabra danza de las relaciones internacionales. El hijo del líder libio adelanta también la pronta extradición a Libia de Abdel Ali al Megrahi, condenado en Escocia en 2001 a cadena perpetua por su participación en el atentado de Lockerbie. “Pronto tendremos un acuerdo de extradición con el Reino Unido”, dijo a Le Monde Seif al Isman. Colmo de la impudicia, el heredero de Kadafi reconoce con total impunidad que las cinco enfermeras y el médico palestino eran inocentes: “Lamentablemente, sirvieron de chivo expiatorio. (...) Con ellos, Libia realizó un buen negocio”.

El negocio consistió en intercambiar la libertad por un importante paquete de concesiones. Además de los 500 millones de dólares pagados a la fundación Kadafi para la indemnización de las víctimas, Trípoli negoció la normalización completa de sus relaciones con la Unión Europea, la construcción de un tren entre los puertos libios y las ciudades africanas, una autopista a través del territorio, entre Túnez y Egipto (este-oeste), la rehabilitación de sus monumentos arqueológicos y capitales y ayuda para la restauración de los hospitales y para los niños enfermos de sida y el acceso de los productos libios a los mercados europeos. El presidente Sarkozy reafirmó ayer que no había existido “ninguna” contrapartida a cambio de la liberación de las enfermeras búlgaras. El mandatario desmintió con vehemencia las revelaciones de Saif al Islam. Pero las sospechas y las especulaciones que rodeaban el final feliz de la historia de las enfermeras parecen confirmarse en las declaraciones precisas del hijo de Kadafi. El Primer Secretario del Partido Socialista, François Hollande, exigió “claridad inmediata sobre las condiciones de la liberación de las enfermeras y la contrapartida otorgada por Francia al régimen libio”. Hollande manifestó hasta qué punto era “molesto” enterarse por “la boca del hijo de Kadafi” de la existencia de un contrato tan importante. La duda es tanto más persistente cuanto que, interrogado durante el día, el jefe de la diplomacia francesa, el socialista Bernard Kourchner, fue por demás ambiguo en sus explicaciones. La libertad tiene un precio y sólo es un atributo generoso en los cuentos de hadas. En las relaciones internacionales no.

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