EL MUNDO › EN LA CUMBRE, KARZAI SE OFRECIO COMO MEDIADOR ANTE WASHINGTON
Mahmud Ahmadinejad aclaró que no apoya a la insurgencia talibán, tal como había acusado el gobierno de Bush. Teherán acusó a Washington de promover la división entre sunnitas y chiítas en Medio Oriente y condenó el apoyo militar de EE.UU. a países de la región.
El presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, llegó ayer a Afganistán, en su primera visita oficial al país vecino desde que asumió la presidencia en 2005. En una conferencia de prensa junto al mandatario afgano, Hamid Karzai, el líder iraní rechazó enérgicamente la acusación de Estados Unidos, que en las últimas semanas dijo que Teherán apoya y suministra armamento a los talibán en Afganistán para desestabilizar el país. Sin embargo, Karzai, un aliado de Bush, se ofreció para mediar entre Washington y Teherán.
“Dijeron que habían descubierto armas de fabricación iraní en Afganistán. Irán es un gran país, y dudamos seriamente de la veracidad de estas informaciones”, señaló Ahmadinejad. “Lo mismo dijeron sobre Irak”, añadió antes de partir a Kabul, Turkmenistán, en una gira que luego lo llevará a Kirguistán. El viaje del iraní se produjo una semana después de que Bush dijera en una conferencia de prensa en Estados Unidos que Irán estaba jugando un rol desestabilizador en Afganistán.
En medio de la creciente tensión entre el gobierno de Bush y el de Irán por las actividades nucleares de este último, el presidente del país islámico respaldó la gestión afgana. “Apoyamos el proceso político en Afganistán con todo nuestro poder”, dijo el mandatario. “La seguridad en Afganistán impacta en primer lugar en Irán. Nuestro mejor amigo es un país poderoso, desarrollado y seguro”, agregó.
Luego, Karzai agradeció la visita y su apoyo, al tiempo que consideró a Estados Unidos e Irán “buenos socios” de Afganistán, desde la caída del régimen talibán, a fines de 2001. “Si Afganistán puede acercar a ambos países, sería una gran satisfacción para nosotros”, dijo el presidente.
En un gesto de acercamiento, Ahmadinejad subrayó la buena relación entre su país y el vecino. “Irán y Afganistán no sólo son vecinos, sino también hermanos”, afirmó. Además, el líder iraní apuntó la necesidad de que los dos países amplíen su cooperación, especialmente en los ámbitos de la seguridad y el desarrollo, para impedir así que continúe el “dominio” de Estados Unidos en Afganistán. “El gobierno afgano y el iraní son víctimas del terrorismo que es apoyado por las superpotencias”, añadió.
Mientras tanto, el vicepresidente de Irán, Pervez Daudi, se reunió ayer en Teherán con los jefes de las misiones diplomáticas de su país y les pidió trabajar por la “unidad entre los Estados islámicos” para hacer frente a las “amenazas de los enemigos”. “El mundo debe aceptar las capacidades de la República Islámica, no tiene otra alternativa”, dijo Daudi, quien luego acusó a Estados Unidos de intentar provocar conflictos entre países de Medio Oriente. “Hay intentos de las potencias arrogantes de provocar la división entre los países islámicos y sembrar la sedición entre los chiítas y los sunnitas”, señaló Daudi.
Sus afirmaciones coinciden con las del ministro de Defensa, Mustafa Nayar. “América movilizó todas sus capacidades políticas, económicas y militares para impedir el acercamiento entre los Estados islámicos de Oriente Medio”, dijo. Nayar se refirió sobre todo a los planes de Bush de vender armas por 20 mil millones de dólares a Arabia Saudita y sus socios del Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico (CCG): Kuwait, Qatar, Bahrein, los Emiratos Arabes Unidos y Omán, todos vecinos de Irán. Según un comunicado del Departamento de Estado norteamericano, el objetivo de Washington es ayudar a los Estados “moderados” de la región a mantener la seguridad y estabilidad de la zona.
Estados Unidos no es el único país que disparó críticas contra la política exterior de Teherán. Además, el ex primer ministro de Inglaterra Tony Blair escribió en una edición de mayo de la revista The Economist que era “clara” la entrega de armas iraníes a los grupos islamistas.
Sin embargo, oficiales de la OTAN ya dijeron que no tienen pruebas de que los líderes iraníes hayan fabricado armas o aprobado su envío para los talibán, informó The New York Times. Irán cree que la acusación es parte de una campaña antiiraní y que no tiene sentido que un gobierno chiíta como Teherán ayude a un movimiento fundamentalista sunnita como el talibán.
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