Bush se refirió ayer a la creciente frustración que existe en su país con el premier iraquí, Nuri al Maliki. Políticos y militares se suman para cuestionar la estrategia en el país árabe.
› Por Sandro Pozzi *
desde Nueva York
La Casa Blanca se topa con nuevos obstáculos para justificar la presencia de tropas en Irak. Las críticas llegan por todos lados, desde los oficiales desplegados en el campo de batalla, pasando por los altos mandos militares del Pentágono hasta los políticos en las dos filas del Capitolio que empiezan a dudar seriamente de que el gobierno de Nuri al Maliki sea capaz de dar los pasos necesarios en el proceso de reconciliación política y lograr la paz. El mismo presidente George Bush se refirió públicamente ayer a la creciente frustración que existe en Estados Unidos con el primer ministro Nuri al Maliki, pero dijo que el pueblo iraquí debía decidir si lo seguiría apoyando.
Desde el frente iraquí, siete oficiales que están a punto de concluir sus 15 meses de misión en el país árabe afirman en un artículo en The New York Times que el debate en Washington sobre los logros en Irak es “surrealista”. “Pensar que se está a la altura de conquistar una población local recalcitrante y ganarse a la contrainsurgencia es una fantasía”, afirman, a la vez que advierten de que la situación sobre el terreno es más compleja de lo que se dice. Los relatores, seis sargentos y un especialista de la armada pertenecientes a la 82ª división aerotransportada en Irak, explican que la situación sobre el terreno es compleja, con extremistas sunnitas, terroristas de Al Qaida, militantes chiítas, criminales y grupos sectarios armados actuando en un mismo espacio, a lo que se le suma la “cuestionable” lealtad de los miembros de la policía y de la armada iraquí. Por eso consideran una “retórica engañosa” que se afirme desde el Pentágono y desde el Capitolio que buena parte de los mandos militares iraquíes sean considerados como “socios de confianza”.
Y explican que su influencia sobre los miles de soldados que tienen bajo sus órdenes es cuestionable, porque las bases son más leales a sus milicias. Esto, explican, hace que sea difícil distinguir entre enemigos y aliados. “Aunque tenemos la determinación y los medios para luchar en este contexto, nuestra capacidad de acción es limitada porque la realidad sobre el terreno requiere medidas que rechazamos –el uso de la fuerza letal–”, remachan los oficiales, a la vez que reiteran que los iraquíes siguen viéndolos como una fuerza de ocupación que ha fracasado al llevarles la normalidad cuatro años después. Por eso, añaden, la población se siente cada vez más insegura. Los soldados también se pronuncian sobre el proceso político. Creen que los objetivos fijados para lograr la reconciliación no son de mucha ayuda, porque crean “impaciencia” y “confusión”. “Llegará, pero no bajo nuestra insistencia”, concluyen, por todo esto piden a los legisladores en Washington prudencia y que se adopten políticas congruentes con la situación sobre el terreno.
En paralelo, el presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, el demócrata Carl Levin, y el senador republicano John Warner, tras dos días de visita a Irak, concluyen que sería deseable que se produzca un cambio en la cabeza del gobierno iraquí, porque consideran que Nuri al Maliki está fallando a la hora de utilizar el refuerzo de tropas estadounidenses para lograr la paz. “Espero que la asamblea iraquí vote para destituir al gobierno de Maliki y que tenga la sabiduría para sustituirlo por un primer ministro y un gobierno más unificado y menos sectario”, sentencian en una declaración conjunta. Los dos senadores opinan que el aumento de tropas aportó un balón de oxígeno a los políticos iraquíes, pero lamentan su fracaso para llegar a compromisos.
El general David Petraeus, que está elaborando un informe de situación sobre el reforzamiento de tropas, insiste que se están dando pequeños pasos para construir un Estado multisectario. Petraeus, que podría comparecer ante el Congreso el próximo 11 de septiembre, reconoce que se necesitará más tiempo para que el Ejecutivo de Maliki pueda lograr los objetivos que se le marcó desde Washington para justificar la presencia de las tropas. El embajador de Estados Unidos en Irak, Ryan Crocker, que también presentará su informe, va más allá incluso y califica de “decepcionantes” los progresos logrados hasta ahora en cuestiones nacionales. “La situación es frustrante para nosotros, para los iraquíes y para los responsables iraquíes”, recalcó. Es la misma percepción que, según George Casey, jefe de gabinete de la armada, tienen otros mandos militares, que se muestran cada vez pesimistas sobre el primer ministro iraquí. “Cada vez escucho a más gente que dice que no será capaz de concluir su mandato. Hay frustración con su incapacidad para ser un líder conciliador”, afirma.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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