EL MUNDO › TBILISI ACUSA A MOSCU DE DESESTABILIZAR SU PAIS
› Por Rodrigo Fernández *
Desde Moscú
La policía antidisturbios de Georgia puso fin ayer a la manifestación que los opositores al presidente Mijail Saakashvili mantenían frente al Parlamento desde el viernes pasado. Las fuerzas del orden utilizaron porras, bombas lacrimógenas y carros lanzaagua para disolver a los cientos de manifestantes que pedían la dimisión del jefe de Estado. Saakashvili, mientras tanto, dirigió un mensaje a la nación en la tarde de ayer, en el que acusó a Rusia de tratar de desestabilizar la situación en el país. Además, declaró el estado de emergencia en todo el país durante quince días.
“Tenemos todas las pruebas de las actividades subversivas de los servicios secretos rusos en Rusia, y las daremos a conocer”, dijo. “En Moscú formaron incluso un gobierno alternativo para reemplazarme a fines de año. Yo no tomé esto en serio, ya que estaba convencido de que no podrían realizar nada de envergadura. Desgraciadamente, lo lograron en parte”, agregó Saakashvili, al tiempo que adelantó que varios funcionarios de la Embajada de Rusia serán declaradas personas no gratas en los próximos días y deberán abandonar el país por haber estado involucrados en labores de “espionaje”. Saakashvili afirmó que “todos tienen posibilidad de protestar en un país democrático” y que él, “como demócrata”, siempre defendió ese derecho, pero “las autoridades no permitirán ya nunca más en Georgia la desestabilización y el caos”.
El actual presidente georgiano llegó al poder hace cuatro años como resultado de la llamada revolución de las rosas que acabó con once años de régimen de Eduard Shevardnadze. Este político –que se hizo popular entre los liberales después de que en diciembre de 1990 dimitiera de su puesto de ministro de Exteriores soviético haciendo la dramática advertencia de que se avecinaba un golpe de Estado– había llegado al poder como resultado de una revolución en contra del primer presidente georgiano, el nacionalista Zviad Gamsajurdia.
Tbilisi, la capital georgiana, vivió ayer una serie de batallas entre la policía y los opositores a Saakashvili. Aprovechando que sólo un centenar de manifestantes se habían quedado frente al Parlamento durante la noche, los policías decidieron desalojarlos, cosa que realizaron con éxito temprano por la mañana. Como respuesta a estas acciones, cientos de opositores regresaron y lograron a su vez expulsar a los policías y ocupar la céntrica avenida Rustaveli frente a la sede del Legislativo, hasta que llegaron las fuerzas antidisturbio que arremetieron contra los nuevos manifestantes. Cerca de 250 personas tuvieron que ser atendidas en los hospitales después del segundo enfrentamiento que puso fin al mitin. La oposición llamó entonces a congregarse en la plaza Rike, en el casco viejo de Tbilisi, pero también de allí fueron expulsados por los policías.
Las manifestaciones de protesta comenzadas el viernes pasado, cuando se reunieron más de 50.000 personas, es la peor crisis que vive el gobierno de Saakashvili y demuestra que la popularidad del líder georgiano ha disminuido bastante. A ello han contribuido las rencillas en el interior de los grupos que llegaron al poder en noviembre de 2003. Así, Irakli Okruashvili, el ex ministro de Defensa de Saakashvili, fue detenido después de acusar al presidente de corrupto y en la cárcel se desdijo. Sin embargo, anteayer, ya a salvo en Munich, volvió a repetir la acusaciones contra Saakashvili, del que dijo que pasaría a la historia como “el gobernante más corrupto” de Georgia. También la primera ministra de Exteriores del gobierno de Saakashvili, Salomé Zourabichvili, hoy es una opositora al régimen.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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