Jue 15.11.2007

EL MUNDO

Musharraf detuvo al as del cricket

Imran Khan, icono deportivo en Pakistán, pasó a la clandestinidad desde que el presidente instauró el estado de sitio.

El estado de emergencia de Pervez Musharraf creó un nuevo mártir. Después de volver a ordenar el arresto domiciliario de la dirigente opositora Benazir Bhutto, las fuerzas paquistaníes detuvieron al popular ex campeón de cricket Imran Khan. El icono deportivo y conocido playboy había pasado a la clandestinidad el sábado 3, cuando el mandatario paquistaní ordenó el estado de sitio y su detención. Khan fue arrestado ayer por la tarde cuando lideraba una manifestación de cientos de estudiantes en la ciudad de Lahore, al este del país. El ex jugador de cricket devenido en líder opositor venía cuestionando al régimen de Musharraf desde hacía años y en los últimos meses se había reunido con el ex primer ministro exiliado Nawaz Sharif para crear un frente común desde Europa.

La detención de Khan podría dañar aún más la imagen de Musharraf, tanto en el país como en Europa. Para los paquistaníes se trata de un héroe nacional. Khan consiguió la Copa Mundial en 1992 y fue el mejor jugador que exportaron a Inglaterra –epicentro del cricket– en toda su historia. Además, desde la década del ’90, Khan se dedicó a proyectos sociales desde su pequeño partido opositor, Movimiento por la Justicia. En sus credenciales políticas se destaca la construcción de un hospital de 17,5 millones de dólares en Lahore y ya tiene planificado crear una universidad de dimensiones similares. Mientras tanto, su popularidad deportiva y su encanto con las mujeres hicieron que los ingleses lo incorporaran como una de sus glamorosas figuras del jet set. Fue un amigo cercano de la princesa Diana y se casó con una de las mujeres más codiciadas del reino, la hija del multimillonario Sir James Goldsmith.

Su habilidad en el cricket le permitió salir de su ciudad natal, Zaman Park, y entrar a los mejores colegios ingleses, donde se codeó con gran parte de la aristocracia y los futuros dirigentes de la isla. También tejió lazos con algunas de las principales figuras políticas de su país, como la ex primera ministra Benazir Bhutto, su compañera de curso en la carrera de Economía y Política en la Universidad de Keble, Oxford. Durante años, Khan apoyó a la dirigente en su autoexilio. Sin embargo, las versiones sobre un presunto acuerdo con Musharraf para poder volver al país destruyeron por completo cualquier posibilidad de una futura alianza. La semana pasada, desde la clandestinidad, el ex campeón de cricket había vuelto a denunciar la supuesta complicidad de la ex primera ministra con el actual gobierno, al igual que la tolerancia que estaba recibiendo Islamabad desde Washington. “Creo que los norteamericanos son cómplices, o al menos sabían sobre lo que iba a pasar antes de que sucediera”, había dicho en un video difundido en Europa por su ex esposa, la inglesa Jemina Goldsmith.

El sentir de Khan es el de muchos dirigentes opositores. Ayer, abogados, periodistas, estudiantes y disidentes de todo color político volvieron a salir a las calles de Pakistán para reclamar la vuelta de la democracia y las libertades civiles. No se identificaban con partidos políticos y cuestionaban al gobierno nacional y a la paciente comunidad internacional por igual. Además de la agitación de las últimas semanas, las marchas de la jornada se vieron potenciadas por el inminente fin del mandato de la Asamblea Nacional. Hoy el Legislativo cumple sus cinco años, y como Musharraf recién convocó las elecciones parlamentarias para los primeros días de enero, tendrá que cerrar sus puertas. Este vacío de poder permitirá designar otro gobierno de transición que gobierne junto a él hasta los comicios.

Las marchas y el clima de creciente tensión forzaron a Musharraf a salir a aclarar, otra vez, sus principios democráticos. “No soy un dictador, quiero la democracia. Renunciaré el día que ya no domine la agitación en Pakistán”, le dijo a la cadena británica Sender Sky News el general que tomó el poder por las armas en 1999. Mientras el mandatario daba la entrevista, policías de civil reprimían a los estudiantes que llevaban en andas a Khan y lo arrestaron sin dar más explicaciones.

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