La crisis palestina se trasladó a Egipto. El boicot israelí causó que medio millón de habitantes de la Franja cruzaran la frontera y dejaran dos ciudades al borde del desabastecimiento de alimentos y combustibles.
Las ciudades fronterizas egipcias de Rafah y Al Arish quedaron al borde del desabastecimiento después de que medio millón de palestinos cruzara al país árabe desde la Franja de Gaza en los últimos días.
El pan, el agua, los alimentos básicos y el combustible se han convertido de un día para otro en bienes de lujo, tanto para los vecinos como para las familias desesperadas que cruzan por las partes del muro fronterizo que fueron derribadas el miércoles. La policía egipcia tiene orden de no detenerlos y miles de palestinos siguen llegando. Según El Cairo, tienen permiso para entrar al país y comprar todas las provisiones que necesiten. Pero muchos se están quedando, con sus familias y las pocas pertenencias que pudieron cargar. Las autoridades egipcias y las palestinas por ahora prefieren no hablar de refugiados.
Nahla Abdel Aal cruzó la frontera todos los días desde que máquinas excavadoras, manejadas por milicianos palestinos, derribaron parte del muro que divide la Franja de la ciudad egipcia Rafah, el miércoles pasado. Tiene nueve hijos pero no los lleva con ella porque, según cuenta, nunca se sabe cuándo todo puede estallar. Religiosamente se levanta al alba todos los días y prepara los bolsos para llenar de alimentos, botellas de agua y algunos remedios básicos. “En Rafah las cosas están igual de caras que acá, pero voy igual porque en Gaza hay muchos productos que ya no existen”, explicó la mujer de 43 años.
A pesar de su frustración, Abdel Aal, como muchos compatriotas, comenzó a denunciar los aumentos arbitrarios del lado egipcio. “¡Los comerciantes no nos ayudan, muchos de ellos nos explotan. El queso que compraba a 50 libras egipcias (9 dólares) el kilo el primer día que se abrió el cruce cuesta hoy 70 libras (12 dólares)!”, protestó indignada.
Lo mismo pasa con el pan, el arroz, el té y el agua mineral. “Ayer tuve que viajar hasta Al Arish (45 kilómetros al oeste de Rafah) para comprar agua para preparar té”, contó Mohamed Samir Faris, el dueño de un pequeño local egipcio cerca del paso fronterizo. Y el viaje tampoco le salió barato. Los taxis están 50 veces más caros que hace dos días. La razón: la escasez de combustible en toda la zona fronteriza.
Las largas colas de autos se repetían ayer en las pocas estaciones de servicio de Rafah y Al Arish que todavía tenían algo de nafta. A diferencia de los primeros días del éxodo palestino, ayer muchos de los que esperaron varias horas en sus autos eran egipcios. “Nosotros, egipcios, ya no encontramos nada”, se quejó Samir Mohammed Hassan, un oficial del ejército jubilado, de 56 años, mientras hacía fila para llenar su bidón.
El enojo de los pobladores de Rafah y Al Arish se hace cada vez más patente. Ya no sólo dirigen sus críticas a Israel por el bloqueo total a Gaza, sino también a los países árabes, que todavía no han asumido un rol protagónico en el drama palestino. “¿Dónde están los países árabes? Cuando se enteraron de que la frontera estaba abierta, debían haber enviado inmediatamente ayuda alimentaria a los habitantes de Gaza, en vez de gastar su dinero en Europa y Estados Unidos”, se preguntó Hassan.
A pesar del malestar, el gobierno egipcio mantiene su orden de dejar abierta la frontera con Gaza. Sin embargo, el presidente Hosni Mubarak ya ordenó que cerca de 3500 policías se desplegaran por las principales rutas que comunican a las ciudades fronterizas con el resto del país para evitar que los palestinos se instalen en otras ciudades. Mubarak también intentó comenzar una negociación entre Hamas y Fatah. Los primeros celebraron la invitación del presidente egipcio y se pusieron a disposición para un encuentro. Los segundos no fueron tan efusivos y pusieron fecha para el miércoles.
En vez de referirse a la propuesta de El Cairo, el presidente Mahmud Abbas prefirió continuar con sus críticas a Hamas y le pidió a Israel que le permita controlar el paso fronterizo de Rafah. El mandatario palestino sabe que la actual situación preocupa mucho a Tel Aviv. El viernes por la noche, el gobierno de Ehud Olmert cerró todas las instalaciones turísticas lindantes con la frontera de Egipto. Según explicaron, es por miedo a que los milicianos palestinos comiencen a disparar cohetes.
En Israel, en tanto, cerca de mil manifestantes pacifistas se enfrentaban a los miedos de sus gobiernos e intentaban romper con el bloqueo que desde hace semanas no permite que entren alimentos y ayuda humanitaria a la Franja de Gaza. En Gaza, otra manifestación pacifista los esperaba. Pero finalmente la presión de los árabes y judíos israelíes no pudo con el cordón militar.
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