La visita del ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, no ha traído calma a Kenia. Al menos 81 personas murieron en las últimas 48 horas en una lucha encarnizada entre los diferentes clanes étnicos de la provincia Valle de Rift, en el oeste del país. “Estamos desbordados. Nuestra unidad quirúrgica tiene una capacidad de sólo 36 pacientes y estamos curando en estos momentos a más de 90”, explicó un responsable del hospital de la ciudad de Nakuru, dando un estimado de la cantidad de heridos que dejaron los choques. Según explicó el jefe de la Cruz Roja en ese país, Abbas Gullet, los ataques de la etnia kikuyus –la misma del presidente– son una respuesta a las decenas de muertos y heridos que dejaron días atrás las incursiones de la comunidad vecina, los kalenjin. “El círculo vicioso de los contraataques y las represalias está volviéndose incontrolable en el Valle de Rift, hay que tomar medidas urgentes para resolver eso”, advirtió Gullet. Los más de mil muertos de los últimos días se suman a las más de 800 víctimas que dejaron las cuestionadas elecciones presidenciales de diciembre pasado.