EL MUNDO › HILLARY CLINTON Y BARACK OBAMA SUMAN Y SIGUEN
Mientras Clinton ratificó su dominio de las bases tradicionales de su partido y sumó a los hispanos, Obama demostró su habilidad para ampliar la base de votantes demócratas y se prolonga el suspenso sobre la candidatura. Los Republicanos, con McCain.
› Por Antonio Caño *
desde Washington
La lucha continúa. Hillary Clinton recuperó el supermartes por una cabeza su condición de favorita. Pero Barack Obama demostró que puede vencer en cualquier territorio y que puede todavía acabar ganando esta apasionante carrera. Nadie ha dicho aún la última palabra. Todas las elecciones pendientes, desde pasado mañana hasta la convención, pueden resultar decisivas. Ambos candidatos han mostrado sus puntos fuertes y sus debilidades; Clinton ha ratificado su dominio entre las bases tradicionales demócratas y Obama, su enorme potencial para construir una nueva alianza ideológica y generacional.
Por el lado republicano John McCain parece cerca de la nominación. Ganó en nueve estados, incluyendo los cuatro grandes: California, Nueva York, Illinois y Nueva Jersey, mientras sus rivales Mike Huckabee y Mitt Romney ganaban un puñado de estados cada uno, pero quedaban lejos en el conteo de delegados.
Por su parte, Barack Obama ganó en 14 Estados, seis más que Clinton. Pero la senadora por Nueva York triunfó en su propio estado y en California, los dos más poblados del país. Clinton obtuvo también la victoria en Massachusetts, pese al apoyo prestado por la primera familia del lugar, los Kennedy, a Obama. Obama obtuvo victorias sorprendentes y muy representativas, como la de Missouri, que siempre ha sido considerado como un reflejo de la media del país, y la de Colorado, el estado más simbólico del Oeste. Demostró que su triunfo en un territorio dominantemente blanco, como Iowa, no fue accidental y ganó el martes en estados todavía más blancos, como Idaho o Utah. Más importante aún, Obama obtuvo más votos que Clinton entre los blancos de California.
Clinton se vio favorecida, no obstante, por un respaldo consistente del voto hispano, que le dio la victoria en California y en Nueva Jersey, de las mujeres y de los mayores de cincuenta años. La brecha generacional abierta en el Partido Demócrata es enorme, ya que Obama tiene un respaldo del 70% de los menores de 35. En los grandes estados, que son los que cuentan también con un mayor número de trabajadores manuales y sindicatos, Clinton confirmó tanto su papel como la candidata demócrata tradicional como su ventaja entre aquellos votantes más preocupados por la economía.
La complejidad del sistema electoral norteamericano hace muy difícil traducir en cifras los éxitos de cada uno de los candidatos en el supermartes. Lo que se elegía ayer en las primarias y caucus eran delegados de cada candidato para la convención del partido, delegados repartidos de acuerdo con criterios de proporcionalidad. Al haber ganado Obama más estados y Clinton tres de los cinco más grandes, la diferencia de delegados entre ambos es muy escasa, apenas unas pocas decenas.
La diferencia de delegados elegidos entre Obama y Clinton es tan estrecha que el candidato afroamericano podría ponerse delante en cualquier momento, incluso este fin de semana, cuando se celebran primarias en el estado de Washington, Nebraska, Louisiana y Maine (más de 200 delegados en juego) o el próximo martes, con elecciones importantes en Virginia, Maryland y el distrito de Columbia (dos centenares de delegados).
Clinton ha confirmado sus puntos fuertes, pero no ha mejorado en ninguna de sus facetas negativas. No gusta a los jóvenes, se ha enfrentado a los negros y no avanza entre los votantes más educados y de más poder adquisitivo. Gana, pero no le ha robado ni un gramo de la magia que adorna a su contrincante. Ha demostrado ser una roca, sólida, pero áspera e impenetrable. La obligación de establecer diferencias con Obama –lo dobla en las encuestas como potencial comandante en jefe– lo obliga, además, a acentuar su ángulo más consistente y autoritario. “Es el mejor hombre para el puesto”, ha dicho Jack Nicholson.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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