Jue 07.02.2008

EL MUNDO • SUBNOTA  › OPINION

Un show sin sustancia

› Por Atilio A. Boron *

Los resultados del supermartes no lograron despejar las incógnitas del panorama preelectoral estadounidense. Por el lado de los republicanos se afirmó la primacía de John McCain, aunque todavía no obtuvo la mitad de los votos que necesita para su nominación. Pero una vez eliminado de la carrera Rudolph Giuliani, la escasa gravitación de sus actuales adversarios, personajes muy chatos y poco conocidos, hace difícil suponer que su candidatura pueda tropezar con obstáculos insalvables en los próximos meses.

Entre los demócratas las cosas están mucho más complicadas. Continúa una carrera “cabeza a cabeza” entre Hillary Clinton y Barack Obama, pero luego de su victoria en dos estados clave como Nueva York y California las chances de la senadora por Nueva York mejoraron sustancialmente y el legado del gobierno de Bill Clinton, del cual su esposa se alza como única heredera, constituye un activo formidable, sobre todo cuando se lo compara con el descalabro económico producido por las políticas de George W. Bush. Habrá que ver cómo se compone finalmente la fórmula demócrata, pero dado el atractivo demostrado por Obama no sería impensable que éste acompañara a Hillary Clinton en calidad de vicepresidente. De todos modos, sea una o el otro, nada autoriza a pensar que las cosas cambiarán significativamente en la política norteamericana. Las desafortunadas declaraciones de Hillary Clinton sobre las amenazas que en América latina plantea el “populismo radical” –eufemismo para referirse a Chávez, Morales, Correa y Ortega– más su identificación con la postura tradicional del lobby de Miami en relación con Cuba, nada bueno auguran para nuestros países. Por otra parte, la senadora ha endurecido su discurso “guerrerista” en relación con Irak, tal vez para competir con McCain.

Curiosamente, ni el desastre producido por las continuas guerras del imperio ni la grave crisis económica que hoy afecta a los Estados Unidos fueron temas que merecieran la atención de los candidatos. Tal vez por eso The New York Times reportaba días atrás que el debate gira en torno de trivialidades como la personalidad de los candidatos y sus aptitudes para el liderazgo más que sobre las “grandes cuestiones” como la crisis de las hipotecas, el sistema impositivo, el presupuesto y la guerra en Irak y Afganistán. Tal vez será porque estas cuestiones son demasiado importantes como para dejarlas libradas a la voluntad de la ciudadanía y a los caprichos de la aritmética electoral.

* Politólogo.

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