EL MUNDO › EXPECTATIVA POR EL PRONUNCIAMIENTO KOSOVAR
› Por Ramón Lono *
desde Pristina
El primer ministro de Kosovo, Hashim Thaçi, desató ayer la euforia en Pristina y las alarmas en todo Kosovo después. La inesperada convocatoria de una rueda de prensa, tras una reunión ordinaria del Parlamento, fue interpretada por la población como un signo de que la independencia era inmediata. Después, cuando defraudó la euforia al no anunciar siquiera la fecha del acontecimiento, que se prevé para mañana por la tarde, se expandió el rumor de que la UE había pospuesto el proceso. Nada más erróneo.
La secesión unilateral de Kosovo avanza imparable según el guión previsto por Bruselas, Washington y Pristina. El Parlamento kosovar adoptó ayer una moción que le permitirá aprobar en las próximas horas todas las leyes que exige el plan elaborado por el ex enviado especial de la ONU, el ex presidente finlandés Martin Atisaari, por el que se van a regir los primeros pasos del nuevo Estado. En él se hace especial hincapié en la protección de las minorías. Thaçi hizo de este asunto el centro de su declaración de ayer ante la prensa. “En Kosovo habrá seguridad para todos los ciudadanos. El gobierno está comprometido a mirar hacia el futuro y superar el pasado”, aseguró el hombre que fue el máximo jefe del Ejército de Liberación de Kosovo, la guerrilla que luchó contra las tropas del régimen de Slobodan Milosevic en 1998 y 1999.
El primer ministro anunció la creación de una oficina para las minorías e hizo un llamamiento a los serbios, unos 100.000, para que se queden en el nuevo país pues en él tendrán “futuro” y “garantías de seguridad”. También invitó a los que se fueron después de los bombardeos de la OTAN a “regresar a sus casas y propiedades”. El objetivo es evitar una desbandada ante las cámaras de televisión.
El reverso de la moneda estaba en Belgrado. El presidente serbio, el europeísta Boris Tadic, ganador de las elecciones presidenciales del 3 de febrero por menos de 120.000 votos, tomó posesión del cargo jurando sobre una Constitución que define Kosovo como una parte inseparable de Serbia. Tadic prometió no renunciar a la provincia que los serbios consideran cuna espiritual de su nación, pero a su vez limitó los medios de esa lucha, que nunca será mediante la violencia. Todo Kosovo se ha inundado de banderas albanesas, que es la bandera nacional de todos los albaneses no importa dónde vivan. Autobuses, automóviles, bicicletas circulan coronados por la enseña roja y el águila bicéfala negra en el centro. Todos se mueven en un estado de euforia patriótica. Las casas se engalanan y la gente se viste con camisetas con la inscripción de “Feliz Independencia”.
En Bruselas, la presidencia eslovena de la Unión Europea reconoció ayer que la inminente declaración de independencia de Kosovo “ha suscitado dudas o reacciones negativas en algunos países”, pero el ministro de Exteriores esloveno, Dimitrij Rupel, restó importancia a los disidentes: “La verdad es que no son muchos”, informa Ricardo M. de Rituerto. Son seis los países que han dicho que no reconocerán la independencia kosovar (España, Grecia, Eslovaquia, Chipre, Rumania y Bulgaria), frente a un bloque mucho mayor, encabezado por los principales países de la Unión Europea.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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