EL MUNDO • SUBNOTA › EL PRESIDENTE BRASILEñO MARCó LA CANCHA DIPLOMáTICA
A pesar del apoyo y la atención personal que le dispensó durante la campaña al presidente paraguayo electo, el líder brasileño ayer advirtió que no reabriría el tratado que rige la explotación de la represa de Itaipú, como pretende Lugo.
› Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
La recuperación de la soberanía hidroeléctrica del Paraguay es el título de un librito de 144 páginas, tapa blanda, publicado por la editorial paraguaya Ombligo del Mundo. Fernando Lugo llegó a Brasilia, el 2 de abril pasado, con una caja repleta de ejemplares de La recuperación... a la audiencia de más de una hora con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. “Les dejamos un ejemplar a los señores ministros de Lula porque nos parece importante que conozcan nuestra posición con elementos técnicos”, dijo Lugo a este diario mientras salía del Palacio rumbo a una combi junto con un grupo de correligionarios, como el ingeniero Ricardo Canese, autor de la obra y tenido como probable ministro, tal vez canciller, del futuro gabinete paraguayo.
Lugo afirmó que se llevaba una “muy buena impresión del presidente Lula. Nunca lo había tratado personalmente, fue muy gentil y creo que podemos tener un diálogo racional sobre Itaipú. El me dijo que está dispuesto a sentarse a una mesa de diálogo”. El por entonces candidato presidencial de la Alianza Patriótica por el Cambio dejaba traslucir su agradecimiento hacia Lula por haberlo recibido a tres semanas de las elecciones, lo que podía ser entendido como un gesto de apoyo.
La deferencia no se restringió al protocolo palaciego y se extendió al plano político cuando el oficialista Partido de los Trabajadores expresó en un comunicado su “más expresa simpatía” por el ex obispo de San Pedro.
Ayer, desde Ghana, donde volvió a defender los biocombustibles, Lula da Silva elogió al presidente electo por haber “peleado mucho tiempo. El batalló mucho y venció una elección muy disputada y la victoria fue reconocida por los otros candidatos”.
“La democracia ganó y ciertamente Paraguay va a consolidar cada vez más su proceso democrático. Es importante recordar que en Paraguay había un partido que gobernaba desde hacía ’60 o ’70 años. Hubo un cambio y ese cambio fue por voluntad del pueblo.” El tono obsequioso de Lula se hizo más grave cuando se lo consultó sobre Itaipú. “El tratado (de Itaipú) no cambia, en la cuestión de Itaipú tenemos un tratado y ese tratado no va a cambiar. Brasil mantiene constantes reuniones con Paraguay. En estos cinco años yo estuve en unas 20 reuniones sobre varios temas de Paraguay, no sólo Itaipú, sino también por nuestra frontera, que es muy grande, y por la cuestión de Ciudad del Este. Tenemos mucho de que conversar.”
Con esas palabras, Lula demarcó la cancha diplomática para los próximos meses, en que pretende diluir la reivindicación sobre la represa en una agenda amplia con temas más incómodos para el futuro gobierno asunceño, como el contrabando en la Triple Frontera. Y más: en sus declaraciones Lula concedió al Tratado de Itaipú una legitimidad institucional que se da de bruces con el parecer de su futuro colega. Para Lugo, el pacto firmado el 26 de abril de 1973 goza de un vicio de origen: fue acordado por dos dictaduras, las de Alfredo Stroessner y Emilio Garrastazú Médici, que luego ordenaron a sus respectivos parlamentos de fachada una aprobación simbólica.
Hasta 2022 Paraguay está obligado a vender a precio de costo, 28 dólares el MW, la energía que no consume para amortizar el valor de la obra, 60.000 millones de dólares, explicó el presidente brasileño de la binacional Itaipú, Julio Samek. “Es cero la posibilidad de revisar el Tratado, ese tratado es una gran obra de ingeniería, y también de ingeniería política e ingeniería jurídica”, sintetizó Samek.
No le falta razón al funcionario cuando caracteriza a la usina de 20 turbinas (dos de ellas inauguradas el año pasado por Lula) como una obra esencialmente política. Emilio Garrastazú Médici se distinguió de sus sucesores (Ernesto Geisel y Joao Baptista Figueiredo) por haber aplicado una política feroz contra los opositores y un alineamiento poco menos que automático con los Estados Unidos, al tiempo que promocionaba a Itaipú como la mayor represa hidroeléctrica del planeta construida gracias al “milagro económico” que hacía crecer el PBI al 10 por ciento anual. En rigor, a través de Itaipú los generales brasileños convirtieron a Paraguay en un virtual protectorado político y energético. “La Alianza Patriótica para el Cambio considera que la continuidad de ese tratado es la continuidad de una relación de dependencia”, dijo a Página/12 el ingeniero Ricardo Canese.
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