Jue 15.05.2008

EL MUNDO • SUBNOTA  › LA HISTORIA DE LA ORGANIZACIóN SEPARATISTA VASCA EN ESPAñA

Cuarenta años, más de ochocientos muertos

› Por V. G. C. *

Desde Madrid

El próximo 2 de agosto se cumplirán cuarenta años del que ha pasado a la historia como el primer asesinato de la banda terrorista ETA: el del policía franquista Melitón Manzanas. Una muerte que en el entorno proetarra siempre ha costado poco reivindicar, porque Manzanas era un conocido y temido torturador.

Sin embargo, no fue ése el primer asesinato de la banda (aunque sí el primero premeditado): el 7 de junio de ese mismo año había sido tiroteado en un control de carretera el guardia civil José Pardines; y mucho antes, el 28 de junio de 1960, moría en una estación de tren de San Sebastián la niña Begoña Urroz, al hacer explosión una bomba que ETA no reivindicó, pero que, según diversos investigadores, entre ellos el catedrático y ex ministro Ernest Lluch, también él asesinado más tarde, sí puso. Un asesinato, el de una niña de dos años, más difícil de justificar que el de Melitón Manzanas “para quien no tenga las ideas claras de que cualquier muerte es condenable”, dejó escrito Lluch.

Menos asumible por ETA al menos entonces, en el inicio de su andadura criminal. Hoy son ya 823 las víctimas del terror etarra y, entre ellas, junto a policías, guardias civiles y militares, hay concejales, periodistas, tenderos, ciudadanos de toda profesión (atentado del hipermercado Hipercor en Barcelona y otros indiscriminados) y niños.

En estas cuatro décadas sólo ha habido cinco años en los que nadie ha muerto a manos de etarras: muy al principio, en los años 1970 y 1971; después durante la tregua de 1999 y en los dos primeros años del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: 2004 y 2005 (y todo el año 2006 antes de que el 30 de diciembre estallara la bomba de la T4 de Barajas). El peor momento, si el criterio es el número de muertos, fue el del trienio 1978-80, cuando no había semana sin sangre.

E igual que se han sucedido los asesinatos, se han sucedido en estos cuarenta años los intentos para buscar un fin dialogado del terrorismo. Hasta cuatro veces ha probado el gobierno –con Unión del Centro Democrático (UCD), con el Partido Popular (PP) y dos veces con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)– sentarse a una mesa para hablar con los etarras. La primera vez salió relativamente bien: ETA políticomilitar (una de las tres ramas de la banda en ese momento) abandonó las armas en 1982, tras negociar con los gobiernos de los centristas Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo. Los tres intentos siguientes han sido tres fracasos. El último, aderezado con la fractura abierta entre los partidos democráticos. Esos tres episodios fueron precedidos por sendas treguas de ETA: puntuales –de uno, dos o tres meses– bajo gobierno de Felipe González, “indefinida” con José María Aznar –duró un año y cuatro meses– y “permanente” –nueve meses en la práctica– con Rodríguez Zapatero. Al tiempo, los partidos democráticos han llegado en tres ocasiones a acuerdos para afrontar juntos la lucha antiterrorista. El primero fue el Pacto de Madrid, en 1987, que dio lugar en 1988 a una versión equivalente entre los partidos vascos: Ajuria Enea. Y en 2000, con gobierno del PP y a propuesta del PSOE, estos dos partidos firmaron el Pacto por las Libertades y contra el terrorismo. Redujo los asesinatos y mandó a la ilegalidad a Batasuna (el brazo político de ETA), pero saltó por los aires en la Legislatura pasada. Al día de hoy, no hay unidad contra ETA.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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