EL MUNDO
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Una campaña sucia
Por John Hooper
Desde Berlín
La más apasionante disputa electoral de la Alemania moderna empezó con una serie de escándalos que llevó a la renuncia del ministro de Defensa de Schroeder y que continuó con declaraciones polémicas de dos meses a esta parte. La tensión marcó la campaña de principio a fin y no terminó ni siquiera una vez que el país fuera a las urnas. El líder de los liberales le pidió a su segundo, Jürgen Moellemann, que renunciara (ver nota principal).
Los últimos días de la campaña estuvieron marcados por una agria disputa con Washington sobre un informe que indicaba que uno de los ministros de Schroeder comparó las tácticas políticas sobre Irak del presidente norteamericano George Bush con las de Adolf Hitler. La consejera de la Casa Blanca para la Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, dijo durante el fin de semana que las relaciones con Alemania “habían sido envenenadas”. La ministra de Justicia, Herta Daubler-Gmelin, negó ayer una versión del Bild Zeitung acerca de que pensaba renunciar al cargo después del cierre de los comicios. “No, por supuesto que no voy a renunciar”, declaró después de votar en la ciudad sureña de Tubingen. “Son apenas rumores maliciosos para crear incertidumbre entre los votantes”, señaló.
Por su parte, el líder conservador Edmund Stoiber cayó esta semana en tácticas electorales como la vinculación entre inmigración y desempleo, primero, y terrorismo después. Para colmo, el gobierno alemán tendrá más problemas luego de que el New York Times citara al ex ministro de Defensa, Rudolf Scharping, diciendo que Bush quiere derrocar a Saddam Hussein para complacer “al poderoso lobby judío”.
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