EL MUNDO • SUBNOTA › LA LLEGADA DE EVO Y LOS DEMáS PRESIDENTES
› Por Christian Palma
Desde Santiago de Chile
Desde que Santiago fue la sede del encuentro del APEC (sigla en inglés del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico), en diciembre de 2004, que la capital chilena no recibía a tantos jefes de Estado ni disponía tantos resguardos policiales. Si bien la cita de hace cuatro años se preparó con mucha anticipación y contó con la presencia de líderes mundiales de la talla de Bush, Putin y Hu Jintao, entre otros, el encuentro extraordinario de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas, que Chile preside pro témpore) llevado a cabo ayer en La Moneda generó una expectativa similar. Y no sólo por la delicada situación política y social de Bolivia –que se juega parte de su estabilidad democrática con este megaencuentro– y la llegada casi simultánea de los jefes de Estado a la loza de Pudahuel, sino también por la celeridad con que se organizó el meeting. Esto tomando en cuenta que Michelle Bachelet citó recién el pasado viernes a los líderes sudamericanos, en medio de una coyuntura nacional, regional y global muy distinta a la que vivía el subcontinente a fines de 2004.
En el plano local, la cumbre sirve además para ver en el terreno la mano de estadista de Michelle Bachelet, el flanco por donde la derecha chilena lanza sus dardos, y su peso específico ante el protagonismo y vorágine de Hugo Chávez y, en menor grado, de Cristina Fernández e Inácio Lula da Silva.
El primero en aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Santiago fue el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, quien de entrada advirtió que la crisis en Bolivia ha llegado “a un punto en que o se acuerda un inmediato cese de las hostilidades y se pasa a la negociación, o la situación se pondrá muy difícil”.
Insulza, que es una de las cartas de la Concertación para las presidenciables de 2010 en Chile, explicó que la OEA pide el cese de la violencia, el acatamiento a las autoridades legítimas del país, el reconocimiento de la unidad de Bolivia y de la democracia y el establecimiento de una mesa de negociación con todas las partes. Aseguró además que la Unasur “no acordará ninguna forma de intervención”. “Cuanto menos se distraiga a los bolivianos, mejor (ni la OEA ni Unasur) están en condiciones de intervenir y de decirles a los países lo que tienen que hacer”, dijo restando importancia a las críticas de la derecha chilena sobre una supuesta pasividad de la OEA en la resolución del conflicto.
Antes de la declaración final de los mandatarios –que se conoció a la noche–, el ministro de Relaciones Exteriores chileno, Alejandro Foxley, daba luces de lo que su jefa propondría a sus colegas de Unasur al anticipar que Bachelet está dispuesta a viajar a La Paz como mediadora junto al máximo representante de la OEA. “El punto básico a proponerse es la instalación de una mesa de diálogo que pueda ser acompañada por la presidencia pro témpore de Unasur y probablemente ese acompañamiento se pudiera traducir en una visita a La Paz”, dijo el diplomático. La idea es recuperar el diálogo y que sea un elemento permanente en las próximas etapas de desarrollo en la democracia boliviana.
Minutos después –en un jet privado de bandera venezolana– arribó el invitado de “honor”: Evo Morales, quien agradeció la convocatoria realizada por Bachelet para “tratar un asunto de carácter democrático de Bolivia”. Aseguró además que su visita apunta a “explicar a los presidentes de Sudamérica sobre un golpe de Estado cívico-prefectoral (...) con toma de instituciones, saqueos, robos a instituciones del Estado, intento de asalto a la policía nacional, a las Fuerzas Armadas o actos o acciones terroristas que permiten o intentaron cortar los gasoductos, pero sobre todo, cómo algunos grupos ejercitan delitos de lesa humanidad masacrando a los sectores más pobres del país, como es el movimiento campesino-agrícola”.
A juicio del boliviano, la cumbre extraordinaria de Unasur no sólo servirá para reafirmar la defensa de la democracia en Bolivia, “sino que también de Sudamérica”.
Con distintos intereses mediáticos e improntas, los jefes de Estado –con la excepción de Perú, Guyana y Surinam– hablaron antes de partir raudos al palacio de gobierno chileno. Minutos antes de tomar la moderna carretera que une el aeropuerto internacional con la ciudad, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, vestida con un traje oscuro de dos piezas, dijo confiar en que “la reunión para la que hemos sido convocados sirva realmente para que las cosas marchen mejor”.
Ya en La Moneda, el primero en ingresar fue el colombiano Alvaro Uribe, quien fue recibido por Bachelet, ataviada con un impecable traje rojo. Lo siguió Fernando Lugo, de Paraguay, que se dio unos segundos para saludar a los adherentes de Morales y Chávez apostados en la Plaza Constitución.
El que no se guardó palabras fue otra de las visitas esperadas: Hugo Chávez. El mandatario venezolano reafirmó sus dichos respecto de que Bolivia está siendo víctima de una “conspiración internacional” que busca desestabilizar el gobierno de Evo Morales. La presencia de Chávez es clave tras las duras críticas que formuló contra Estados Unidos y la expulsión del embajador de ese país en Venezuela.
“En Bolivia está en marcha una conspiración, una conspiración internacional. Una conspiración facturada y dirigida por el imperio norteamericano. Tal cual ocurrió aquí en Chile. Si algún pueblo yo sé que tiene en el fondo de su memoria histórica, en el fondo de su conciencia lo que es una operación imperialista para derrocar a un gobierno democrático, para desestabilizar un país, es el pueblo chileno, también el pueblo venezolano”, dijo.
“A mí me tocó, a mi turno, hace apenas seis años. Le tocó su turno al presidente mártir, rindo tributo en esta tierra a Salvador Allende, ejemplo de lucha, de dignidad, de resistencia, de coraje, de defensa de un pueblo. Yo vi a Allende cómo caía, yo era cadete de la Escuela Militar y vimos caer a Allende. Y este continente enmudeció. Los gobiernos de América enmudecieron”, insistió.
Tras llegar a La Moneda, Chávez saludó a algunos simpatizantes que lo recibieron con el típico canto chileno “Chávez, amigo, el pueblo está contigo”.
Palabras más, palabras menos, la reunión de emergencia puede validar a Unasur como un mecanismo de integración potente, basado en su declaración de principios suscrita en mayo pasado y que pretende convertirse en un referente, que apoye el irrestricto respeto a la soberanía, integridad e inviolabilidad territorial, autodeterminación de los pueblos, solidaridad, cooperación, paz, democracia, participación ciudadana, pluralismo y derechos humanos universales, indivisibles e interdependientes.
Los líderes de la Unasur volverán a Chile para participar en la Cumbre de Viña del Mar que se inicia el 21 de octubre.
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