Lun 29.09.2008

EL MUNDO • SUBNOTA  › ESCENARIO

Una nueva expectativa para la región

› Por Mercedes López San Miguel

Un país con inestabilidad política recurrente comienza a ver la consolidación de una reforma estructural. No está solo. La reciente convalidación en las urnas del gobierno de Evo Morales es el espejo en el que se mira, aunque con sus especificidades y con un horizonte en el que asoman menos dificultades. “Ecuador vive su propio proceso, que depende de los ecuatorianos. Sin embargo, yo estoy muy esperanzado”, le había confiado el propio Rafael Correa a esta periodista en diciembre pasado, aludiendo a la tendencia progresista de la región. Entonces no se vislumbraba en el país comandado por el aymara la ofensiva de la oposición de la Media Luna autonomista, que se saldaría con una decena de muertos campesinos en la cacería de Pando.

Como Morales, Correa quiso plebiscitar su proyecto estatista. Ayer dio un paso más al lograr la aprobación de la Carta Magna. El joven mandatario recibió el espaldarazo en las urnas de parte de todos los estratos sociales: los indígenas, la clase media, la media alta y los más necesitados. De esta manera, este triunfo es la confirmación de la popularidad del presidente, que está por encima de un contundente 70 por ciento. “Correa rompe la imagen de la política que caracterizó a Ecuador en los últimos 15 años, muy vinculada a la corrupción y ha proyectado políticas para los más necesitados”, advierte el analista Adrián Bonilla, director de Flacso en Ecuador. Los subsidios, los bonos sociales destinados a los pobres y los precios controlados de los alimentos básicos son ejemplos de esas políticas.

Pero Correa, como Morales en su país, soporta una oposición oligárquica que no participa del cambio. ¿Es Guayaquil comparable a Santa Cruz de la Sierra? La primera tiene una economía que no está vinculada al mercado externo como los cruceños con Brasil, sino que brinda sus servicios principalmente a Quito. “Ha liberado el proyecto autonomista, queriendo una retribución por su gran aporte al presupuesto nacional”, advierte José Luis Ortiz, columnista del periódico El Expreso. “Quedan sentadas las bases para una confrontación Quito-Guayaquil, es decir, el primero no ve con buenos ojos el proceso de descentralización de la capital económica”, señala el experto. Bonilla discrepa con Ortiz y asegura que “Guayaquil no representa un foco de inestabilidad, pues podría asemejarse al estado de Zulia en Venezuela, donde no hay una proclama autonomista”. Y subraya que “Correa ganó las últimas tres elecciones en Guayaquil y anoche rondaba un 50 por ciento el voto por el Sí en esa ciudad”.

Aunque está claro que existe una afinidad retórica con Bolivia y Venezuela, el caso de Ecuador es particular. No posee un discurso marcadamente antiestadounidense como sí maneja Caracas, ni tampoco forma parte del ALBA, la alternativa bolivariana al ALCA. Con todo, el paso adelante de ayer genera una expectativa renovada en el mapa de la región.

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