La elección de ayer no sólo cambiará la Casa Blanca, sino el mapa político de todo el país. Al cierre de esta edición, los demócratas arrasaron en el Senado. Sin contar la costa oeste, una región tradicionalmente azul, los aliados de Barack Obama ya habían alcanzado 52 de las 100 bancas en la Cámara alta. Si llegan a sumar la victoria en California, Oregon y Washington, los demócratas contarían con una mayoría excepcional de 60 bancas, lo que les permitiría aprobar reformas estructurales. Anoche los medios estadounidenses no se animaban a hacer proyecciones sobre la futura Cámara de Representantes. A diferencia del Senado, la Cámara baja se renovó ayer en su totalidad, es decir, los 425 asientos. Aunque el escrutinio era lento, los demócratas llevaban una pequeña ventaja de 33 bancas a 15. Actualmente los demócratas cuentan con 235 escaños frente a los 199 republicanos. El Partido Demócrata aspiraba ayer a sumar a su bancada 20 asientos más. Los otros resultados que llegaban en cuentagotas son los de los 11 estados donde se votaba también gobernador. Los republicanos se quedaron con dos estados, Indiana y Vermont, mientras que los demócratas se impusieron en West Virginia, New Hampshire, Delaware, Missouri y Carolina del Norte. El destino de Washington, Montana, Dakota del Norte y Utah eran aún un misterio. El último condimento de la elección norteamericana se la dieron las más de 150 consultas populares. Cada estado votaba una o más propuestas, presentadas por la sociedad. Muchas de ellas insólitas. En Arizona, el estado natal del candidato republicano John McCain, debían decidir si se permitiría que las empresas emplearan inmigrantes ilegales. En California, organizaciones civiles gastaron casi 75 millones de dólares para la campaña sobre la propuesta para prohibir el matrimonio gay.