EL MUNDO • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Carlos Escudé *
Lo primero que esta elección va a poner a prueba es el grado de racismo que subsiste en Estados Unidos. Por varios motivos, las circunstancias favorecen enormemente a Barack Obama. Entre ellos:
1. La guerra de Irak ha demostrado ser un error garrafal que hizo retroceder estratégicamente a Estados Unidos, dándole ventajas a Irán, que es el ganador neto de la destrucción de la maquinaria estatal iraquí. Obama siempre estuvo contra esa guerra, al contrario de McCain.
2. La crisis financiera es un golpe mortal para la ideología económica y financiera neoliberal enarbolada por buena parte del Partido Republicano. McCain no debería salir indemne de este pecado de sus correligionarios.
3. Los costos de la crisis actual son tan altos para los sectores más pobres de Estados Unidos que el triunfo electoral del Partido Demócrata debería darse por descontado.
Obama debería ganar y algunas encuestas de hace pocas semanas le daban una ventaja que, para este tipo de lid, era enorme. Esa ventaja se ha venido reduciendo y no existe una explicación para ello. Sólo cabe la conjetura de que todavía hay gente que no va a votar a Obama simplemente porque es negro. Por eso, la actual es mucho más que una elección presidencial norteamericana. Es una instancia en la que se pone a prueba la fibra moral de la nación estadounidense.
Desde un punto de vista universal, este factor es de lejos el más importante. Es cierto que Obama objeta más fuertemente que McCain al unilateralismo que caracterizó a la política internacional de Bush. Sin embargo, creer que este candidato demócrata es menos belicista que su contrincante republicano sería ingenuo. Si Obama propone un plazo de 16 meses para salir de Irak, es para llevar más tropas a Afganistán. Y su postura respecto de la posibilidad de intervenir militarmente en Paquistán es más arriesgada que la de McCain.
Por cierto, en el debate sobre política exterior del 26 de septiembre, éste aprovechó la ocasión para imputar a su rival no sólo menos experiencia en la materia, sino también más imprudencia. McCain retó a Obama con calculado fastidio: “No se debe apuntar un arma a alguien que no está por disparar”.
Finalmente, Obama es menos partidario que McCain a la apertura del mercado norteamericano a las exportaciones latinoamericanas. Ha rechazado de plano el Tratado de Libre Comercio con Colombia, que McCain y los colombianos aceptan. En lo que se refiere al frente latinoamericano, sólo en materia de inmigración mexicana parece el demócrata más aperturista que su contrincante.
De cualquier forma, y a pesar de todas sus ambigüedades, creo que lo mejor para el mundo es que Estados Unidos demuestre que es capaz de elegir un candidato negro. Sería un mundo nuevo.
* Doctor en Ciencia Política de la Universidad de Yale. Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del CEMA.
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