EL MUNDO • SUBNOTA
› Por Christian Palma
Eduardo Frei Ruiz-Tagle (67) pertenece al exclusivo grupo dinástico que ha conformado gran parte de la historia de Chile. Hijo de Eduardo Frei Montalva, presidente de Chile entre 1963 y 1970, y fundador del Partido Demócrata Cristiano Chileno (PDC), este ingeniero civil, silencioso, de aire bucólico y aspecto de abuelo querendón, se enfrenta por segunda vez a elecciones para dirimir quién será el próximo mandatario de Chile por los próximos cuatro años.
Militante DC desde 1958, Frei fue testigo del crecimiento político de su padre. Lo vio vestirse como presidente y, posteriormente, como líder opositor al gobierno de Salvador Allende, distancia que finalmente, entre otros factores, desencadenó el golpe militar de 1973.
Durante la dictadura militar, Frei hijo se concentró en su labor profesional hasta que en 1987 ingresó a la actividad política para transformarse en uno de los principales referentes de la Concertación de Partidos por la Democracia que derrotó a Augusto Pinochet en las elecciones generales de 1988.
Sin embargo, años antes, un hecho lo vincularía para siempre con la turbiedad política como víctimas de los Derechos Humanos en el país: en noviembre de 1981, su padre que otra vez encabezaba la oposición, esta vez contra el dictador, es hospitalizado de urgencia para ser operado por una hernia de hiato. Aunque se trata de un proceso simple, el ex presidente fallece. La familia Frei sospecha de una negligencia criminal y la vinculación de la dictadura en el hecho, pero no sería hasta 2009, cuando una investigación judicial concluiría que el ex jefe de Estado fue asesinado por organismos de inteligencia de los militares, y quizá lo más duro para el candidato oficialista es que el crimen fue conspirando con el grupo más cercano, como sus médicos y chofer.
Llegada la democracia, Frei se transforma en senador y crece su imagen de referente político de la coalición gobernante. Carente del carisma y la retórica de su padre, sí posee un pragmatismo que será el sello de su futuro gobierno. Frei Ruiz-Tagle es elegido por el 57,9 por ciento de los votos, la más amplia mayoría exhibida por postulante alguno, derrotando en los comicios al derechista Arturo Alessandri, sobrino y nieto de dos ex presidentes.
Una vez en La Moneda, su gobierno será recordado por dos hechos clave: la creciente modernización y solvencia económica del país, logrando hasta un 7,5 por ciento de crecimiento, y la defensa de Pinochet cuando fue detenido en Londres. Sus políticas económicas permitieron el acercamiento a conglomerados económicos como la APEC, firmar Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, Latinoamérica, y transformarse en socio del Mercosur y de la Unión Europea. Esta apertura económica sin precedentes conllevó también críticas respecto de grupos ambientalistas y de la sociedad civil que vieron en estos acuerdos una seria intromisión en el patrimonio nacional. El controversial proyecto Pascua Lama firmado con Barrick Gold o el acuerdo gasífero de 1994 en conjunto con el gobierno de Carlos Menem da cuenta de este hecho.
Hoy, 9 años después de dejar La Moneda y ante la negativa de otros personajes de la Concertación por asumir la responsabilidad, Frei se transforma nuevamente en candidato de la Concertación. Aunque su derrota en primera vuelta es estrepitosa, la reorganización, el equipo y la modificación de las políticas comunicaciones intentan sumar a las fuerzas vinculadas con el progresismo y achicar la distancia con el candidato de la derecha.
Hay algo que a muchos les ha costado entender. ¿Por qué un exitoso empresario, accionista principal de una de las empresas aeronáuticas más poderosas de Latinoamérica y del club de fútbol más importante de Chile, dueño de un canal de televisión y de diversas empresas, está tan interesado en ser presidente de la República? Quizá la respuesta esté en su origen.
Proveniente de una importante familia demócrata cristiana chilena, Sebastián Piñera Echenique no se destacó principalmente por su intelectualidad. Lo suyo fue la competencia y la lucha por los primeros puestos. Estudió Ingeniería en la Universidad Católica, y aunque su padre fue un importante dirigente DC, a Sebastián la política no le interesaba. En 1973 viajó a Estados Unidos para continuar sus estudios de Economía junto a su hermano José, quien sería ministro de Pinochet y uno de los arquitectos del sistema privado de pensiones chileno.
Desde ese momento, Sebastián Piñera comienza a amasar su fortuna. Para algunos, trabajo y dedicación; para otros, información, privilegios y especulación. La cuestión es que gracias a sus inversiones se ha transformado en una de las personas más ricas del mundo, cuyo lugar en el ranking, según la revista Forbes de 2009, estaría en el número 701, con una fortuna de más de 1200 millones de dólares (que creció más luego de que los papeles de Lan lograran ganancias de 30 por ciento).
Su riqueza no ha estado ausente de suspicacias. En 1980, Piñera, en su cargo de gerente general del banco de Talca, es acusado del delito de estafa y de la quiebra del organismo. Es culpable en primera instancia y en la apelación del fallo es absuelto y queda en libertad. Investigaciones posteriores darán cuenta de un entramado judicial y político a su favor desde las altas esferas del gobierno de Pinochet.
Su ingreso a la política también no está exento de dudas. Aunque vinculado con la derecha económica del país, Piñera levantó su voz en tiempos de dictadura para señalar su apoyo a la opción NO que posibilitó las elecciones y el posterior triunfo de la Concertación en 1989. Además se ha definido como un “humanista y cristiano”, quizá para separar aguas de su partido familiar y sus socios de la izquierda concertacionista.
Entre 1990 y 1998 fue senador. Durante su gestión se vio involucrado en un conflicto de intereses cuando Endesa de España le pagó por sus acciones un precio mayor que el ofrecido a otros accionistas. Además, presentó un proyecto de ley para extender la amnistía para los autores de violaciones a los derechos humanos y otros delitos políticos.
En el 2005 se presenta como candidato de la coalición de derecha a las presidenciales, pero es derrotado por Michelle Bachelet por 8 puntos.
Aunque polémico, Piñera, el Macri o Berlusconi chileno, como lo ha denominado la prensa internacional, ha levantado una importante adhesión popular que se reflejó en el 44 por ciento de apoyo obtenido en primera vuelta, muy por delante de los candidatos de la Concertación y de la izquierda extraparlamentaria. Su discurso del cambio, de un futuro de ricos y no pobres ha golpeado fuerte en una sociedad chilena que busca a toda costa moverse socialmente. Hay mucha gente que cree que al votar por el candidato apoyado por la ultraderecha tendrá un cierto status social. Una suerte de categoría superior.
Aunque sus adherentes defienden a pies juntillas su impronta de hombre exitoso y que por ser millonario no va a robar, Piñera, como en todos sus buenos negocios, ha sabido especular de buena manera también en la arena política.
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