EL MUNDO
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La elección de las armas
› Por Claudio Uriarte
Si se cree que Saddam Hussein es el demonio, resulta ingenuo esperar que entregue una declaración auténtica y completa sobre sus arsenales. Pero Estados Unidos actúa como si hubiera sido ingenuo, esperando el turno de las Naciones Unidas para actuar. Una lectura a contrapelo sugiere en realidad que esa disposición a actuar nunca existió, y sigue siendo tan dudosa como siempre. Veamos.
La prensa norteamericana dice ahora que George W. Bush habría autorizado al Pentágono a desplegar a partir de ahora 50.000 soldados adicionales en el área del Golfo Pérsico y que la decisión final sobre una guerra contra Irak sería tomada en la última semana de enero. Estas no son primicias de la prensa norteamericana, sino lo que los funcionarios de la administración Bush están filtrándole –sea verdadero o no– para influir en la opinión pública y en sus enemigos. El transporte de 50.000 soldados es imposible de ocultar, de modo que pronto deberá poder saberse si la decisión es auténtica. Pero, aún de serlo, se seguiría quedando corta de lo necesario para una verdadera guerra de derrocamiento de Saddam Hussein. Los generales del Pentágono han estimado en 250.000 el número de fuerzas para operar en Irak. Conviene recordar que los 60.000 soldados ya desplegados desde el Mediterráneo hasta Asia Central no cuentan para Irak, ya que están asignados a misiones de las que no pueden ser apartados -como Afganistán–. De modo que Bush necesitaría desplegar 200.000 más para estar seguro. Y ni siquiera ha comenzado el envío de tanques en forma significativa. La decisión de postergar una decisión para fines de enero también es extraña. Enero, febrero y parte de marzo delimitan la estación ideal para atacar Irak; la mayoría de los expertos coincide en que la llegada del calor y las tormentas de arena volverían muy desventajosa, si no imposible, la operación de tropas estadounidenses de tierra en pesados uniformes de guerra químico-bacteriológica. En otras palabras, después de haber perdido al menos tres meses (octubre, noviembre y diciembre) sin agregar nada al dispositivo militar en el Golfo, EE.UU. estaría dispuesto ahora a conceder cuatro semanas más al villano.
Esto sigue sin cerrar. De haberse propuesto seriamente la guerra contra Irak, no había nada que impidiera que Bush concentrara fuerzas mientras se aprobaba la resolución 1441 de la ONU y los inspectores hacían su trabajo. Pero en estas condiciones,”no tendrá más remedio” que pasar la guerra a los titulares de fines del año próximo, cuando la campaña por su reelección comience a calentarse.
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