Mar 11.02.2003

EL MUNDO • SUBNOTA

La “Vieja Europa” suma a Rusia para frenar a Bush

› Por Eduardo Febbro

La letra “r” se prolongó por unas centésimas de segundos más de lo necesario: “Rrrrrien ne justifie aujourd’hui une guerre”: “Nada justifica hoy una guerra”, dijo el presidente francés Jacques Chirac en el curso de una conferencia de prensa conjunta ofrecida en el palacio presidencial del Elíseo junto al presidente ruso Vladimir Putin. Chirac confirmó así la oposición total de París a una intervención militar contra el régimen de Saddam Hussein sumando un aliado más, es decir Moscú, al eje opositor constituido hasta ahora por Francia y Alemania. Los tres países cruzaron sus espadas en el camino de Washington hacia Bagdad. Con un tono a la vez firme y solemne, Chirac barrió los argumentos de la Administración Bush y hasta llegó a poner en tela de juicio las pruebas presentadas la semana pasada por el Secretario de Estado Colin Powell a propósito de la presunta violación flagrante por parte de Irak de la resolución 1441 del Consejo de Seguridad de la ONU. “Debo destacar que, hasta el momento, nadie me ha presentado pruebas indiscutibles de que Irak posea armas de destrucción masiva”, afirmó Chirac.
Luego de algunos malentendidos que circularon a lo largo de todo el fin de semana, Chirac y Putin detallaron el contenido de las propuestas que defenderán ante el Consejo. París, Berlín y Moscú adoptaron ayer por la noche una declaración conjunta mediante la que cual piden tanto la “continuación” como el “fortalecimiento” de las inspecciones en Irak. Según Chirac, “todas las posibilidades comprendidas en la resolución 1441 deben ser exploradas. Son muchas y dejan un gran margen para alcanzar el objetivo que es la eliminación de armas de destrucción masiva”.
Por su parte, Putin advirtió acerca de las “graves consecuencias” que acarrearía un ataque contra Irak. Asimismo, Moscú propuso que la aviación rusa participe con “sus recursos técnicos” en la misión de los inspectores de la ONU. La posición de Moscú sorprendió a los observadores. Si bien es cierto que Rusia se había opuesto desde el principio a la opción militar, nunca lo había hecho con un compromiso tan claro como el de ayer, aliándose con quienes la administración Bush considera como la “vieja Europa”. Es obvio que Putin defiende así sus intereses. No hay que olvidar que Rusia se beneficia con cerca del 80 por ciento del petróleo que Irak está autorizado a vender en el marco del acuerdo de “petróleo por alimentos” supervisado por la ONU. Asimismo, el presidente ruso necesita el apoyo europeo en su combate contra los separatistas chechenos, a quienes Moscú quiere ver incluidos en la lista de “grupos terroristas”.
La polémica que la actitud de Francia generó con Estados Unidos llegó ayer a uno de sus puntos más candentes. En este contexto, Chirac restó validez a las críticas estadounidenses según las cuales Francia pecaba por su falta de solidaridad. El presidente declaró que su posición “no ponía para nada en tela de juicio la solidaridad atlántica” y reivindicó el derecho a tener una “opinión” distinta a la de Estados Unidos en torno a un tema “que supone una óptica moral”.
Por lo pronto, todo apunta a demostrar que la declaración tripartita París-Berlín-Moscú es la parte medianamente visible del “plan” de recambio franco-alemán cuyo contenido trascendió en parte este fin de semana. Según señalan los observadores, Alemania, que preside el Consejo, debe presentar un texto marco cuyo eje central es la continuidad de las inspecciones. Este plan, llamado Mirage y elaborado junto a Francia, se articula en torno a tres esquemas: 1) duplicar y hasta triplicar el volumen de los inspectores de la ONU que trabajan en Irak. Crear un cuerpo especializadocon la misión de vigilar las zonas ya controladas; 2) aumentar las capacidades de observación y colecta de información en Irak con, entre otros elementos técnicos, la intervención de aviones Mirage IV franceses dotados de dispositivos especiales de observación; 3) Creación de un centro de coordinación y tratamiento de la información con capacidad suficiente como para ponerla al instante al servicio de la ONU. Este punto prevé el nombramiento de un coordinador permanente de la ONU.
Ninguna de estas opciones coincide con el forcejeo anglonorteamericano tendiente a obtener que el Consejo de Seguridad apruebe una resolución autorizando una operación militar contra el amo de Bagdad. “Estamos determinados a darle una oportunidad al desarme pacífico de Irak”, puntualizó Chirac. Cabe preguntarse qué sustenta esta posición: ¿acaso existe un plan o un acuerdo secreto capaz de garantizar que los días de Saddam Hussein están contados y que la guerra es inútil? ¿O acaso los tres países están desempeñando el papel del bueno para justificar la guerra argumentando que hicieron todo lo posible para evitarla? París alega que su sinceridad es total. Hasta que no se pruebe lo contrario, la guerra queda suspendida a los hilos de una pugna diplomática inédita.

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