Mar 28.06.2011

EL MUNDO • SUBNOTA  › LA PRECARIZACIóN LABORAL EN GRECIA

Peor para la mujer

› Por Adrián Pérez

Maria Damilakou nació en Atenas en 1969. Se graduó en la Facultad de Historia de la Universidad de Atenas y completó sus estudios de posgrado en la Universidad de Burdeos III, Creta y la Universidad de Buenos Aires. Desde 2001 es miembro de la APIM archivo (Archivo de Palabras e Imágenes de Mujeres) en la Facultad de Humanidades de la UBA. Desde 2003 enseña Historia de América latina en la Universidad Abierta de Grecia. Entre 1995 y 2003 vivió en el barrio de Almagro, en Buenos Aires.

–Usted es autora del libro La inmigración griega en la Argentina: el proceso de construcción y las transformaciones de la comunidad migrante, 1900-1970. ¿Qué encontró durante ese estudio?

–Investigué a un grupo de griegos que trabajaron en fábricas ubicadas en Beriso, donde se asentó una colectividad importante. A principios de 1910 los griegos trabajaban en los frigoríficos Swift y Armour. Otro grupo significativo se ubicó en Palermo y formó parte de una elite de comerciantes. Los griegos también guiaron a los barcos en el ingreso al puerto de Buenos Aires. Al principio formaron parte de una incipiente clase obrera y con los años ensancharon la clase media. En política, esa elite apoyó a los radicales de Alvear en la década del ’20. Los griegos de Palermo no querían ser identificados con el peronismo. Por supuesto, en Beriso pasaba lo contrario.

–Como especialista en temas de género y volviendo a la crisis en su país, ¿cuál es el lugar que ocupa la mujer?

–Como siempre, las mujeres son las primeras víctimas en la aplicación de medidas ligadas con la flexibilidad laboral, el desempleo y los recortes de sueldos. Los índices son mucho más altos en las mujeres que en los hombres. Y lo peor de todo es que no sabemos adónde nos va a llevar esta situación, porque en el sector privado estamos mucho más desprotegidas. Una madre joven tiene menos posibilidades en el mercado laboral que un hombre de su misma edad. Sin duda, un caso paradigmático es el de las mujeres que trabajan limpiando oficinas y espacios públicos. Desde hace unos años, quienes se encargan del manejo de personal son empresas privadas que reclutan mujeres para el sistema de limpieza. Hace un tiempo, una de esas mujeres, que trabajaba bajo condiciones muy precarias, protestó y exigió que se mejorara su situación. Como respuesta, la mafia que maneja estas redes laborales le arrojó ácido en la cara y la obligó a tragarlo. Sobrevivió. Era una mujer lindísima. Esa mujer es Konstantina Kuneva, una inmigrante búlgara que se convirtió en símbolo de las mujeres que luchan en contra del trabajo precario y flexible.

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