EL MUNDO • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Carolina Bracco *
“Nuestro sueño se ha convertido en pesadilla. Y esta pesadilla ya lleva tres días. Sólo quiero que esto termine” escribía ayer en su blog una joven egipcia que como tantos otros ha quedado “profundamente consternada” por los acontecimientos ocurridos los últimos días en la plaza Tahrir de El Cairo.
A casi un año de los primeros estallidos que alejaran del poder a Hosni Mubarak luego de 30 años, la violencia no abandona las calles egipcias en las que más que choques entre manifestantes y el ejército –en el poder desde la caída de Mubarak– lo que se vive es una verdadera masacre. Con largos palos que utilizan para golpear hasta la muerte a los manifestantes y armas de fuego con las que apuntan directamente a la cabeza, al pecho o –recientemente– a los ojos, los soldados festejan cada baja. Los últimos días el objetivo han sido las jóvenes, en un claro intento de asustar a las chicas y prevenir futuras participaciones femeninas en los enfrentamientos.
Periodistas y médicos han denunciado también detenciones y amenazas. Los primeros para que no informen, los segundos para que no curen. Incluso el ejército ha incendiado los suministros de varios hospitales para impedir la ya precaria atención médica que el personal en estos días se esfuerza por brindar a los miles de heridos que llegan a los hospitales públicos.
En su defensa, el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (SCAF, por sus siglas en inglés) se juega las dos cartas que tanto desprestigiaron al anterior gobierno y que son percibidas por la gran mayoría como una cargada. De un lado, denuncian la presencia de infiltrados entre los manifestantes, que no forman parte de “los jóvenes de la revolución” de la que ellos siguen considerándose promotores. Del otro, sostienen que las imágenes –que circularon primero por las webs egipcias y luego por todos los medios internacionales– fueron adulteradas con photoshop.
Siendo la única arma que empuñan los jóvenes egipcios sus cámaras para registrar todo lo que los medios oficiales se empeñan en ocultar, las fotos y videos proliferan por las redes revelando la crueldad y la prepotencia con la que los soldados se mueven. “Precaución, imágenes muy fuertes”, “imágenes perturbadoras”, advierten los sitios. Y sin duda lo son. Un soldado haciendo pis sobre detenidos desde el techo de un edificio gubernamental, una joven desnudada y arrastrada por los soldados mientras pateaban su pecho, padres desesperados buscando los cuerpos de sus hijos en una morgue apestosa y hacinada, jóvenes corriendo ciegos luego de perder sus ojos por los balazos y soldados que festejan su puntería...
Grupos de jóvenes han comenzado a organizarse para armar un archivo con todas las imágenes, videos y testimonios que ayude a tener más apoyo de la opinión pública que, asustada y confundida, se debate entre creerle al gobierno esperando la finalización del conflicto y solidarizarse con aquellos que continúan la lucha.
Mientras tanto, se cerraron ya los comicios de la segunda ronda de elecciones legislativas, con un amplio triunfo de los islamistas; quienes no gozan de la simpatía del SCAF, que en su discurso sigue prometiendo una “transición pacífica hacia la democracia”.
* Politóloga UBA, doctorada en Culturas Arabe y Hebrea (Universidad de Granada).
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