EL MUNDO
• SUBNOTA › UNA OLA DE CASAMIENTOS RECORRE LA CAPITAL IRAQUI
A casarse que se acaba todo
Por Francisco Peregil *
Desde Bagdad
Para casarse en Bagdad, a veces es preciso atravesar un pasillo de bananas, tomates, carpas, naranjas, chivos degollados, varios enjambres de moscas, bizcochos, nueces, pistachos... Y una vez bien dentro del zoco, próximo a la mezquita, la pareja del novio puede encontrar a un hombre respetable como Mohamed Husain, que lleva 15 años concertando matrimonios. “Yo llevo 15, pero mi familia lleva más de 600”, precisa. Del despacho de Husain a la mezquita de Al-Kadum, muy venerada entre los chiítas de todo el mundo, no hay más que un minuto. Las parejas acuden a ver a los 15 o 20 casamenteros como Husain. Emplean cinco minutos en rellenar unos documentos que no tienen ninguna validez jurídica, pero que gozan de todas las bendiciones sociales, pagan 3000 o 4000 dinares (nunca más de dos euros) y ya están casados.
Así, con el tamboreo de las bombas al fondo, contrajeron ayer matrimonio Mutaz Abdul Razak, de 38 años, y su prima Hajer Abdul Wahab, de 24. ¿Por qué en tiempos de guerra? “Hombre, yo ya estoy un poco viejo”, decía el novio. “Tengo 38 años. ¿Todavía quiere que espere más tiempo para casarme?”. “Si tenemos que esperar a que cesen las guerras en nuestro país, entonces no nos casamos nunca”, comentaba la novia sonriente. El trabaja como diseñador gráfico en el semanario Al-Zaman y asegura que con un poco de suerte, si nada lo impide, dentro de dos días (hoy es viernes, festivo en los países de mayoría musulmana) acudirán a los juzgados para formalizarlo todo y contar con los sellos oficiales. Ayer parecía que en el zoco de Kadimiya, barrio chiíta, ya no cabía más gente. No faltaba de nada: ni fruta ni carne ni pescado. Y los despachos de los casamenteros, como Husain, tampoco pasaron un mal día. Hay unos 20 hombres como Husain alrededor de la mezquita de Al-Kadum. El calcula que en toda la ciudad habrá hasta 100 personas con su mismo oficio, todos ellos con despachos próximos a alguna mezquita. “Es fácil que cada día se casen en Bagdad más de 100 parejas por el procedimiento religioso –sostiene Husain–. A veces vienen mujeres de 12 ó de 14 años. Y las casamos, siempre que haya consentimiento de ambas familias”.
Si después quieren ir al juzgado, el camino puede estar más plagado de papeleo. Pero también acuden allí en tiempos de guerra las parejas. “Estamos casando a unas cinco parejas diarias –comenta un juez que ha visto trasladado su juzgado a otro barrio porque el antiguo fue bombardeado–. Las parejas suelen venir a primera hora de la mañana, a eso de las nueve. Y después se van a celebrarlo”. Las grandes celebraciones suelen hacerse en los mejores hoteles. “Pero desde que empezó la guerra -comenta una empleada del hotel Sheraton–, la gente organiza las fiestas en lugares familiares; no vienen a los hoteles”.
No obstante, los fotógrafos rodean las mejores mezquitas a sabiendas de que muchas parejas tienen prisa por vivir juntas. A veces los novios aprovechan y se hacen alguna foto con artistas famosos del país que vienen a las puertas de la mezquita a rodar alguna escena de apoyo a la población en época de guerra. Ayer, el actor Sami Kaftan era uno de los más fotografiados. “La guerra está reforzando el amor entre los iraquíes. Los americanos quieren quitarnos hasta los sentimientos amorosos más bellos”, comentaba el actor, intercalando dosis de silencio cada dos o tres segundos, “pero aquí nació la civilización, en esta tierra, mucho antes de que hubiera petróleo. Y no nos van a quitar las ganas de amarnos”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
Nota madre
Subnotas