EL MUNDO • SUBNOTA › UNA CANDIDATURA TESTIMONIAL
› Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México, D. F.
Se dice candidato ciudadano, aunque ha vivido muchos años de puestos políticos en la administración pública. Se dice independiente, cuando representa los intereses más oscuros de lo peor de la clase política mexicana. Se dice el más serio de los contendientes por la presidencia de la República, pero es una mera comparsa.
Es Gabriel Quadri, un ingeniero civil, ex funcionario ecologista y ahora pelele de Elba Esther Gordillo, ex secretaria general del PRI, fundadora del Partido Nueva Alianza (Panal) y presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el más grande y poderoso de Latinoamérica, epítome del canje de favores por canonjías, de la coerción como eje de la negociación, del cálculo como ideología.
Desde 1989, cuando el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari la impuso al frente del SNTE, La Maestra ha hecho un negocio personal de la representación sindical que la ha enriquecido hasta la obscenidad y le brindó cargos políticos desde el PRI (del que llegó a ser secretaria general). En 2006 rompió con la dirigencia de ese partido y vendió los votos del magisterio al oficialista PAN, lo que permitió operar el voto de más de millón y medio de profesores en favor de Felipe Calderón, a la postre electo presidente por sólo 233 mil 831 votos de diferencia sobre el candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador, equivalente a 0,56 por ciento. A cambio, el yerno de Gordillo se convirtió en subsecretario de Educación y sus principales operadores fueron colocados al frente de empresas paraestatales claves.
PRI y Panal postularon a Enrique Peña Nieto, pero en marzo pasado rompieron la coalición tras no llegar a un acuerdo en el reparto de candidaturas. Y ahí entró Quadri, como relleno, como un mero trámite burocrático para que el partido de Gordillo pudiera participar por su cuenta y eventualmente conservar su registro como partido político para futuras contiendas. De paso, se embolsó 115 millones de pesos (casi 8,5 millones de dólares) para hacer campaña.
Quadri tuvo sus 15 minutos de fama en el primer debate presidencial, el 6 de mayo, al simular una candidatura ciudadana y mostrar un rostro diferente de la política tradicional. Eso le permitió cuadruplicar las preferencias de voto hacia su candidatura: pasó del uno por ciento al 4 por ciento de las preferencias. Terminado el efecto, y una vez que el resto de los candidatos y los medios hicieron notar su subordinación a los intereses de Elba Esther Gordillo, Quadri ha oscilado entre el 2 y el 3 por ciento de la intención de voto. En son de burla, los medios la apodan El Margen de Error. Desde entonces, lanza propuestas tan loables como imposibles y trata de sacudirse la vinculación con la mafia magisterial y el uso patrimonial de la política que distingue a Gordillo, cuya hija, Mónica Arriola, es secretaria general del Partido Nueva Alianza y candidata a senadora por el estado de Chiapas. El nieto de La Maestra, René Fujiwara, es candidato a diputado plurinominal, es decir, que accederá al Congreso no porque haya ganado en las urnas por mayoría, sino porque está en los primeros lugares de una lista en la que todos los partidos se reparten proporcionalmente 200 de las 500 diputaciones, según la votación nacional recibida. Por cierto, el hijo de Gabriel Quadri es candidato suplente del nieto de Gordillo.
A diferencia de otras candidaturas presidenciales testimoniales en la historia reciente de México que contribuyeron a dignificar la política (particularmente la de Rosario Ibarra de Piedra, dirigente de Eureka, una organización que busca a desaparecidos de la guerra sucia mexicana, en los ’70, similar a la de Madres de Plaza de Mayo), la de Quadri es una burla. Cada voto despistado en su favor será una transferencia de la decisión ciudadana a las arcas de la negociación política de Elba Esther Gordillo. Para la candidata panista Vázquez Mota y para el candidato de izquierda López Obrador los votos para Quadri son, en realidad, votos para Peña Nieto, no porque el priísta los sume a su causa, sino porque se los resta a las de ellos.
Nadie ha descripto mejor la esencia de una candidatura farisaica que el poeta Javier Sicilia, cabeza de un movimiento contra la violencia que ha costado ya más de 60 mil muertos en el país: “Para muchos, usted, señor Quadri, significa la usurpación de las candidaturas ciudadanas (que nos negaron junto con la reforma política), la arrogancia y una doble moral que pretende reivindicar el liberalismo y criticar los monopolios mientras usted sostiene su campaña apoyado en la mafia de una cacique que representa lo peor de nuestra clase política y en el poder de un sindicato corrupto que tiene secuestrada la educación de la patria, que usa a nuestros niños para el chantaje de más canonjías y posee una fortuna que, fruto de la corrupción, nos ofende y nos indigna a todos”.
Ante esa acusación, Quadri simula indignación, exige castigos, se dice solidario con las víctimas. Luego, retoma una campaña cuya tónica es el cinismo y las ocurrencias. A fin de cuentas, Quadri es lo que es: un bufón de la política.
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