EL MUNDO • SUBNOTA
› Por Rubén Juste *
Hoy día Paraguay se encuentra en una encrucijada histórica. Durante años, los partidos políticos tradicionales (PLRA y Partido Colorado-ANR) monopolizaron las relaciones políticas mediante mecanismos clientelares. Esto hacía que los partidos fueran el centro de toda la actividad social y económica, siendo las cabezas de éstos grandes representantes del poder nacional. Sin embargo, desde hace una década, el crecimiento del sector servicios en la economía, la introducción masiva de Internet y la modificación en los procesos productivos de trabajo están produciendo una modernización que impacta en todos los sentidos de la vida social. En ese marco, el Partido Colorado-ANR (partido que acompañó a la larga dictadura de Alfredo Stroessner) y el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA, ex aliado de Fernando Lugo que promovió su juicio político y desde entonces gobierna en solitario con Federico Franco), se encuentran en un período de definición.
Si bien su poder está aún vinculado con los lazos prebendarios con un sector de la población, es cada vez más claro que los votantes son ahora en su mayoría de un sector que se autodefine “independiente”. Esto hace que el poder de ciertas figuras con control del aparato partido esté cada vez más desplazado por aquellos menos relacionados con las estructuras políticas y que presentan “mayor caudal de votos” (Efraín Alegre por el Partido Liberal y Horacio Cartes por el ANR). De esta manera, se puede observar una transición del poder partidario tradicional, que controlaba la política prebendaria (con recursos del partido y del gobierno), a un liderazgo electoral, donde aquellos que atraen los votos pugnan por monopolizar el partido. Estos cambios en los comportamientos electorales generan una crisis política con implicaciones sociales profundas, ya que los sectores tradicionales de los partidos se encuentran en posiciones cada vez más reaccionarias y defensivas.
Como consecuencia de ello, cada vez son más evidentes los mecanismos que utilizan los partidos tradicionales por mantener el poder, paralizando y obstruyendo procesos judiciales a su antojo, precipitando un juicio político, iniciando despidos injustificados, represiones o imponiendo un régimen de corrupción que incluso los medios de comunicación dominantes presentan como absolutamente “inadmisible”. En este contexto, y con una izquierda cada vez más fuerte (el candidato de AvanzaPaís, Mario Ferreiro, estaría tercero en intención de voto, después del candidato colorado), es probable que su reactividad se acentúe. Todas estas transformaciones, que superan inclusive a los partidos tradicionales, los están dejando en una encrucijada y a seis meses para las elecciones, pueden abrir las puertas a la democracia paraguaya o forzar a mantenerlas cerradas. En todo caso, el cambio es inevitable.
* Sociólogo. Investigador de la Fundación CEPS y docente de la Universidad Católica de Asunción.
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