Sáb 29.12.2012

EL MUNDO • SUBNOTA  › EL ROL DE JARA EN EL ARTE Y LA POLíTICA DE SU PAíS

Vida y pasión de una voz chilena

El cantautor chileno Víctor Jara, por cuyo asesinato un tribunal ordenó ayer la detención de ex oficiales del Ejército acusados de ser autores y cómplices de su muerte, fue una de las primeras víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet. Tras ser torturado, lo mataron el 16 de septiembre de 1973, sólo cinco días después del golpe. Actor, director teatral, cantante y bailarín, alcanzó fama con temas como “Te recuerdo Amanda”, “El cigarrito” o “El derecho de vivir en paz”, melodías de amor y protesta social que lo convirtieron en un ícono de la música popular latinoamericana.

Nacido el 28 de septiembre de 1932 en la localidad de San Ignacio, en el sur de Chile, fue uno de los principales exponentes del folklore chileno y uno de los más reconocidos miembros de la llamada “nueva canción chilena”, que además integraban artistas como Violeta e Isabel Parra y las agrupaciones Quilapayún e Inti-Illimani. Miembro del Partido Comunista Chileno, fue un ferviente partidario de la Unidad Popular, la coalición que llevó a la presidencia a Salvador Allende, el primer marxista en llegar al poder a través del voto popular, en 1970.

Casado con la coreógrafa británica Joan Turner y padre de dos hijas, Manuela y Amanda, el músico fue apresado al día siguiente de la instalación de la dictadura de Pinochet el 11 de septiembre de 1973, cuando se encontraba en el interior de la Universidad Técnica del Estado, donde se desempeñaba como docente. Luego de ser torturado en el Estadio Chile, un recinto deportivo cerrado en el centro de Santiago que hoy lleva su nombre, murió el 16 septiembre de 1973, a los 41 años, tras ser acribillado con 44 balazos y con las manos mutiladas. “¡Mira mis manos, mira mis manos... me las machacaron para que nunca más vuelva a tocar la guitarra!”, le relató el propio Jara al periodista Sergio Gutiérrez, que se encontraba también detenido en el Estadio Chile.

Los restos del cantante fueron abandonados en la vía pública y reconocidos días después por una funcionario de la morgue de Santiago que avisó a la esposa del cantautor, quien lo enterró secretamente. En diciembre de 2009, 36 años después de su muerte, la Justicia chilena, que no había podido identificar a los asesinos de Jara, ordenó la exhumación de sus restos. Luego, el cantante fue enterrado en una ceremonia oficial en la cual participó la entonces presidenta Michelle Bachelet. En el mítico galpón bautizado con el nombre del cantautor y que sirvió de marco para la ceremonia fúnebre, no había espacio para el llanto, la pena o las caras tristes. Durante dos días, el lugar –en la céntrica Plaza Brasil, de Santiago– fue el escenario de una gran fiesta popular. Y como le gustaba a Jara, con cantores callejeros, vendedores ambulantes, poetas populares y cuanto hay de personajes en los cuales se inspiró a la hora de componer sus canciones reconocidas en el mundo entero. Así, el funeral del cantautor dejó en claro que su legado permanece incólume.

El artista ha recibido innumerables homenajes, como el que le brindó el cantante inglés Roger Waters, ex líder de la banda de culto Pink Floyd, quien le dedicó un concierto que realizó en Santiago, en marzo pasado.

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