Mar 28.10.2003

EL MUNDO • SUBNOTA  › OPINION

La historicidad del mensaje

Por Robert Fisk*

Entender el cerebro. Eso es lo que hay que hacer en una guerra de guerrillas. Descubrir cómo funciona, qué trata de hacer. ¿Ramadán? ¿Un ataque contra el cuartel general norteamericano en Bagdad y seis ataques suicidas, todos en el primer día de Ramadán? ¿Unas 43 víctimas y más de 200 heridos? ¿Dónde había escuchado esas estadísticas antes? Y ¿cómo pudieron atacar tan coordinadamente, quizá no sofisticadamente, pero bien organizados, hasta el último segundo? ¿Y por qué la Cruz Roja? Conocía ese edificio y admiraba la forma en que la Cruz Roja Internacional se negó a asociarse con la ocupación norteamericana, incluso a costa de sus vidas, porque los guardias apostados fuera de la sede de Bagdad estaban desarmados.
Así que acá va la respuesta a la primera pregunta. Argelia. Luego de que el gobierno argelino prohibiera las elecciones democráticas de 1991 que hubieran llevado al Frente de Salvación Islámico al poder, una revuelta musulmana se transformó en una sangrienta batalla entre el autodenominado “Grupo Armado Islámico”, cuyos miembros habían sido entrenados en Afganistán, y el brutal ejército del gobierno. En tres años, los “islámicos” –aparentemente ayudados por oficiales de inteligencia del ejército– masacraban a los habitantes de lo que se llamaba el “triángulo Blida”. No el “triángulo sunnita” del Irak de hoy, sino un territorio de tres esquinas alrededor de la ciudad islámica de Blida, en las afueras de Argel. Y las peores atrocidades, como decapitar chicos, violar mujeres y asesinar policías, fueron cometidas en el comienzo del Ramadán.
En Bagdad, el mensaje político de los últimos dos días fue simple: se les dijo a los iraquíes que los norteamericanos no pueden controlar Irak. Más importante, quizá, fue el mensaje que se les dio a los norteamericanos: que los norteamericanos no podrán controlar Irak. Más importante que esto, incluso, fue decirles a los iraquíes que no deberían trabajar para los norteamericanos. ¿Quién quiere ser un policía iraquí esta mañana? También les hizo conocer a los norteamericanos nuevas reglas de combate: matar a los líderes del enemigo. Estados Unidos mató al nieto y a los dos hijos de Saddam. Y ha fanfarroneado con las muertes de los miembros de Al Qaida en Afganistán y Yemen, al igual que los israelíes, que matan a los palestinos de Hamas y Jihad. Entonces, ¿fue una casualidad que el helicóptero Black Hawk que cayó fulminado en Irak fuera alcanzado por los proyectiles en Tikrit minutos después de que Paul Wolfowitz pasara por esta ciudad?
Y el ataque al hotel Al Rashid, una versión mucho más eficiente del ataque con cohetes de hace seis semanas, casi mata a Wolfowitz. El estaba “a una habitación” de una de las explosiones de los misiles. El arquitecto de la invasión angloestadounidense casi muere asesinado por los enemigos de Estados Unidos. ¿Sabían que él dormía en ese hotel? Dado el número de empleados iraquíes en el Al Rashid, es muy probable.
Y luego está la Cruz Roja, el último “interlocutor valioso” para los estadounidenses, la última organización humanitaria neutral –después del doble atentado suicida en la ONU– que podría haber ofrecido algún tipo de comunicación entre los estadounidenses y sus enemigos. Ahora también ha sido destruida. Algunos de los enemigos de Estados Unidos podrán venir de los países árabes. Y es verdad que uno de los atacantes suicidas de ayer es sirio. También es verdad que los musulmanes sunnitas del norte de Siria, cerca de Aleppo, se muestran cada vez más estrictos con sus costumbres religiosas.
Pero la mayor parte de la oposición militar a la presencia norteamericana viene de los iraquíes sunnitas. No de los “remanentes de Saddam”, los “duros de matar” o los “callejones sin salida” (los títulos de Paul Bremer para encubrir la real y creciente resistencia iraquí), sino los hombres que, en muchos casos, odiaban a Saddam. Ellos no trabajan “para” Al Qaida. No trabajan para el mulá Omar o Bin Laden. Pero han aprendido su singular versión de la historia. Ataque a sus enemigos en Ramadán. Aprenda de la guerra en Argelia. Y la guerra en Afganistán. Aprenda las lecciones de la “guerra contra el terrorismo” de Washington.

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: M. B.

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