EL MUNDO • SUBNOTA › AUTORITARISMO, VIOLACIóN A LOS DERECHOS HUMANOS Y CORRUPCIóNCIA
Analistas advierten que si Keiko Fujimori llega a la presidencia de Perú podría desarrollar una política autoritaria, además de profundizar el modelo neoliberal vigente y alinearse con Estados Unidos.
› Por Carlos Noriega
Desde Lima
El triunfo electoral de ayer de Keiko Fujimori –aunque todavía debe vencer en un ballottage que no se le presenta fácil– abre la posibilidad del retorno del fujimorismo al poder luego de dieciséis años de la caída de la dictadura de Alberto Fujimori, el padre de la candidata. El fujimorismo está estrechamente vinculado con el autoritarismo político, las violaciones a los derechos humanos y la corrupción, que fueron la marca de la década en la que gobernó Alberto Fujimori, hoy preso con una condena de 25 años por crímenes de lesa humanidad y corrupción. Y también con un extendido clientelismo que explica en buena parte su respaldo.
En esta campaña, Keiko ha tenido un doble juego respecto al oscuro pasado del fujimorismo. Por un lado, ha hecho declaraciones para distanciarse de lo peor del gobierno fujimorista, pero, por otro, reivindica la figura política de su padre y, como mucho, solamente acepta llamar “errores” a las extendidas violaciones a los derechos humanos, la corrupción institucionalizada y la represión a la oposición democrática que se dieron durante la negra década fujimorista, que ahora amenaza volver. Los fujimoristas no pueden ocultar que ven su posible regreso al poder como una reivindicación del gobierno autoritario de su encarcelado líder. Y entre no pocos de ellos aparecen afanes revanchistas.
¿Qué significaría el regreso del fujimorismo al poder y cómo sería un gobierno de Keiko Fujimori?, fue la pregunta que Página/12 les planteó a dos analistas.
“El regreso del fujimorismo al poder sería algo gravísimo, porque tiene una estela de corrupción, violaciones a los derechos humanos, copamiento del Estado, anulación de la separación de poderes, desinstitucionalización del país. Significaría el retorno de una opción autoritaria en la región”, responde el historiador y catedrático de la Universidad Católica, Nelson Manrique.
Para el sociólogo y analista político Alberto Adrianzén, el regreso del fujimorismo al gobierno “implicaría una polarización y una situación bastante conflictiva en el país; hay un amplio sector claramente antifujimorista por todo lo que significó ese gobierno”.
Manrique no cree en las declaraciones que ha dado la candidata Keiko Fujimori tratando de distanciarse del autoritarismo que está en la impronta del fujimorismo. Y tampoco cree en sus promesas de luchar contra la corrupción. El historiador recuerda la gigantesca corrupción del gobierno de Fujimori, en el cual el robo al Estado se estima entre 6 y 7 mil millones de dólares, y precisa que tres hermanos de Alberto Fujimori y tíos de la candidata Keiko están prófugos de la Justicia acusados de corrupción. Para Manrique, con Keiko presidenta el verdadero gobernante sería Alberto Fujimori.
“Keiko Fujimori ha intentado lavar su imagen diciendo que representa un cambio, pero creo que está claro que ella es lo mismo que su padre Alberto Fujimori. La primera medida de Keiko Fujimori en el gobierno sería dar la amnistía para su padre preso, algo que ha dicho muchas veces y ahora encubre. En un gobierno de Keiko Fujimori quien realmente gobernaría el país sería Alberto Fujimori. Keiko no es más que una representante de su padre”, asegura Manrique.
“El de Keiko Fujimori sería un gobierno autoritario, lo que sintoniza con un sector de la sociedad peruana. Hay muchísima gente dispuesta a sacrificar la democracia si le ofrecen seguridad. Sería un gobierno que favorecería a las grandes empresas y profundizaría el modelo neoliberal”, dice el historiador Manrique.
Alberto Adrianzén traza un paralelo entre un posible gobierno de Keiko Fujimori y los primeros meses del gobierno de Mauricio Macri. “Si gana Keiko, al inicio de su gobierno haría algo parecido a lo que hizo Macri en Argentina apenas llegó al poder, dictar inmediatamente un paquete de medidas para tratar de consolidarse y que le permitan asentarse en el poder. La diferencia es que Keiko no aplicaría esas medidas para cambiar y desmontar el modelo económico vigente, sino para profundizar el actual modelo neoliberal que tenemos en el país”, señala Adrianzén.
“Creo que al inicio –opina Adrianzén– Keiko va a ser prudente y seguramente va a tratar de ser conciliadora, no creo que desde un comienzo desarrolle una política autoritaria, porque va a estar muy fiscalizada y vigilada, tanto dentro del país como internacionalmente. Pero no descarto que su gobierno se vuelva autoritario. Ese dependerá del nivel de conflictividad que exista.”
Manrique indica que en política internacional, Keiko Fujimori desarrollaría una política de “alineamiento incondicional” con Estados Unidos. En opinión de Adrianzén, la candidata tendría una gestión “pragmática”. “No creo, por ejemplo, que ella se sume a una campaña contra Venezuela, como lo ha hecho Macri.” En su política para la región, Adrianzén estima que un gobierno fujimorista le daría prioridad a la relación con la Alianza del Pacífico (formada por Perú, Chile, Colombia y México).
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