Hasta que el dólar llegó al nuevo record de 3,10, en el Ministerio de Economía estaban muy conformes con la evolución de los precios internos durante marzo. Al cabo de tres semanas, la inflación era del 3,6 por ciento, según pudo saber Página/12. Sin embargo, a partir de la escalada del dólar todo amenaza con cambiar y, de hecho, ya hubo una primera mala noticia con los precios. Repsol-YPF anunció que desde la medianoche aumentó sus combustibles en un 4 por ciento promedio, lo que llevó la nafta Súper XXI de 1,059 a 1,102 peso por litro.
La nafta Fangio XXI subió a 1,221 peso y la Común, a 0,94. En tanto, la Ultradiesel aumentó a 0,626. La empresa atribuyó la suba al “fuerte incremento en el costo de la materia prima, debido a la devaluación y al aumento del precio internacional de los productos”. Para el Gobierno, la decisión de la petrolera de lanzar el ajuste el mismo día en que el dólar se disparó por arriba de 3 pesos era la peor de las señales que podía recibir.
Para colmo, el hecho de que la inflación de marzo se sitúe hasta ahora en 3,6 por ciento se debe, en parte, a la estabilidad de precios clave, como el de los combustibles, los alquileres y las tarifas de servicios públicos. Una de esas patas ya se fisuró. Lo usual en el poco transparente mercado de combustibles es que todas las marcas imitan los aumentos de Repsol YPF.
En la secretaría de Comercio estiman que la suba de precios de marzo es acorde a un dólar de 1,80. El cálculo se hizo a mediados de esta semana, cuando el dólar estaba a 2,50. Con ese valor, era de esperar una nueva ronda de aumentos, pero con lo ocurrido ayer en el mercado cambiario, en el organismo admiten que lo más probable es que habrá un salto en la inflación. Algunos de los productos que más aumentaron en el mes son aceites y harinas. El gobierno venía negociando con empresas de distintos rubros para conformar una canasta familiar básica a precios económicos, a fin de tener la inflación bajo control. Pero ahora que el dólar se disparó, todo puede cambiar.