EL MUNDO
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Dos semanas de suspenso
› Por Claudio Uriarte
Dieciséis días es todo lo que tiene John Kerry para superar su empate estadístico con George W. Bush y ganar las elecciones el 2 de noviembre, pero tiene a su favor una vigorosa campaña de empadronamiento que ha llevado a los especialistas a predecir una concurrencia a las urnas del 60 por ciento, inusualmente alta para Estados Unidos. Por cierto, los republicanos, también preocupados por el empate demoscópico, tienen su campaña de empadronamiento propia, pero el lote de los que tienden a abstenerse tiende a ser más demócrata que republicano. Eso es porque, en Estados Unidos, los que votan tienden a ser los que tienen más dinero –vale decir, los que tienen más en juego en el sistema político– y los apáticos son los más pobres, los que creen que cualquier cambio será igual para ellos. Pero Kerry ha librado una excelente –y elocuente– campaña contra las injusticias sociales, y la economía marca W. no sólo ha enterrado a los más pobres, sino que ha empobrecido y precarizado a la clase media, el verdadero target de la estrategia del senador de Massachusetts. Esto puede quebrar a su favor el “empate técnico” de las encuestas.
Sin duda, ésta es una campaña marca seguridad nacional, y seguridad nacional –o la falta de ella– es todo lo que tiene para ofrecer George W. Bush si quiere ser reelegido. Pero, en este momento de las cosas, es difícil saber exactamente a favor de quién juega el miedo. Por decirlo en otras palabras: la sorpresa por el hecho de que un farsante certificado como W. todavía consiga alrededor o más de la mitad de la intención de voto refugiándose en el patriotismo debe relativizarse con la sorpresa de que un candidato económicamente de izquierda como Kerry consiga la otra mitad en una temporada electoral presuntamente dominada por el patrioterismo, la xenofobia y las líneas de política exterior de los halcones. Lo más probable es concluir que también en seguridad nacional el electorado está dividido, y por buenas razones: si el hecho de que el mundo es muy peligroso es el motivo por el cual Bush debe ser reelegido, cabe preguntarse si en realidad no es la prueba de que W. ha hecho un pésimo trabajo en ese sentido, creando un nido de terroristas en un lugar –Irak– donde antes no lo había. Por eso, una “sorpresa de octubre” sólo puede ser a favor de Estados Unidos –como una captura de Osama bin Laden–; un atentado inesperado no se sabe qué dirección política tomará –lo que también debe estar siendo considerado por el propio Osama bin Laden–.
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