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La sangre no para de correr
Los efectivos militares y médicos intentaban ayer acceder por vía fluvial a las aldeas aledañas a la iglesia de Bojayá, donde el viernes las FARC hicieron estallar una bomba que dejó 60 muertos, 93 heridos y 145 desaparecidos en enfrentamientos con los grupos paramilitares, extendidos al departamento de Nariño. Los choques en Chocó y Nariño –noroeste y suroeste– continuaron ayer, mientras que las FARC atacaron con bombas repletas de metralla los edificios públicos y la sede del banco del municipio de Rovira, departamento de Tolima, mataron a un policía y a un soldado y dejaron dos heridos; además intentaron dinamitar un acueducto.
El alcalde de Bojayá, Ariel Palacio, calificó de “crítica” la situación tras el ataque del viernes, ante la dificultad que tenían ayer los organismos de socorro para evacuar los cuerpos de la zona, cuando se presume que habría unos cien lugareños heridos y las muertes ascenderían a 80. Las FARC habían lanzado un explosivo contra una Iglesia, causando la muerte confirmada de 60 personas y 93 heridos. Los habitantes de Bojayá enfrentan un desabastecimiento de comida y medicamentos, sumado a la emergencia sanitaria.
La guerrilla ayer continuó con su enfrentamiento con los paramilitares, que llevan varios días en Bojayá y el municipio de Vigía del Fuerte, en el Chocó, fronterizo con Panamá. Paralelamente, las FARC atacaron al municipio de Rovira, en Torima (sur), con explosivos contra edificios municipales y la sucursal de un banco; murió un policía y dos civiles fueron heridos. Al huir, los rebeldes minaron las vías de ingreso, matando a un soldado que iba a reforzar la defensa. Y la guerrilla intentó activar una bomba contra el acueducto local.
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