Egipto contemplaba anoche los devastadores costos humanos y económicos de los ataques más mortíferos en la historia del país, que dejaron veintenas de víctimas en la costa más popular donde se hace buceo. La policía egipcia detuvo a más de 70 personas y las sometía a interrogatorios para recolectar pistas que lleven a esclarecer los atentados perpetrados contra la ciudad balnearia de Sharm el Sheij, con epicentro en los hoteles Ghazala Gardens y Moevenpick, una calle de bares y un viejo mercado, que dejaron un número –discutido– de 64 muertos, la cifra oficial.
El daño potencial a la industria turística fue enfatizado ayer cuando cerca de 2000 trabajadores de hoteles locales y otros servicios al turismo realizaron una manifestación en repudio a los tres atentados que mataron a un número poco claro de muertos a temprana hora del sábado. Las autoridades egipcias contabilizaron 64 en contraste con otras estimaciones que hablaban de 88. Mientras la policía de Egipto trabajaba en la identificación de 34 cuerpos, varios mutilados, más de 70 personas fueron detenidas en la ciudad y en la península Sinaí, pero sin ningún signo de un nexo real con los atacantes.
Mientras Alberto González, el secretario de Justicia de Estados Unidos, sugería que los ataques de Londres y Egipto fueron perpetuados por Al Qaida, observadores diplomáticos aquí y algunos analistas egipcios veían que el ataque fue cometido por fundamentalistas islámicos que tienen a Egipto, un país árabe secular, como un blanco estratégico. Los analistas señalaron que el atentado ocurrió el Día Nacional de Egipto y coincidió con el lanzamiento de la campaña electoral del presidente Hosni Mubarak, quien hizo una visita a la ciudad para ver a los heridos del sábado. El ataque fue perpetuado para infligir el máximo daño económico, siendo que Egipto interactúa con Occidente a través del turismo y los turistas en trajes de baño disfrutan de sus playas, buceando y nadando.
Funcionarios informaron ayer que cuatro hombres habían viajado a Sharm en camionetas, ocultando 400 kilos de explosivos. Dos de los hombres dejaron una Isuzu verde estacionada con los explosivos en la zona del viejo mercado. Los otros dos, estacionaron una pick-up blanca.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.