Jue 01.09.2005

EL MUNDO • SUBNOTA

El estadio que alberga evacuados ya es un drama dentro del drama

Fue construido para recibir a 72 mil espectadores de partidos de fútbol americano. Se llama Superdome, cuya traducción sería Supercúpula. Desde 1975 en él transcurren encuentros deportivos, políticos y culturales. En Estados Unidos se ufanan de que es el más grande del mundo. El lunes, cuando el huracán Katrina llegó a Nueva Orleans, los despavoridos habitantes que no quisieron dejar sus casas acudieron a él, emplazado en la parte alta de la ciudad. Las 23 mil personas que están adentro serán evacuadas una vez más, ahora a un estadio de Texas. En cuestión de horas, el Superdome se convirtió en una enorme letrina y basurero. Sin luz, con hambre, con temperaturas de 33 grados e imposibilitados de salir a la calle, donde el agua llega al metro y medio, dentro del estadio murieron cinco personas tres pacientes de un hospital, un cuarto cuyas causas no fueron informadas y otro más que se suicidó. Escaló 82 metros hasta la cima de la súper cúpula y se tiró.
El Superdome fue levantado sobre un cementerio. A esta razón atribuían la mala suerte de los New Orleans Saints, el deslucido equipo de fútbol americano del lugar. Contrapesaban la mufa con inmensos festivales de jazz y con alguna convención del Partido Republicano. Su construcción costó 134 millones de dólares. Tanta impresión de solidez llevó a 10 mil personas a meterse en el lugar mientras la ciudad era devastada por vientos de 200 kilómetros por hora que arrancaron pedazos de la cúpula. Pasado Katrina, la Guardia Nacional ubicó allí a otros 13 mil evacuados. Todas estas voces no dejan de quejarse de que no anda el aire acondicionado, ni los celulares, ni la televisión: no hay energía eléctrica. Los únicos conectados son los que tienen radios a pila. Los baños están comprensiblemente tapados y la basura amontonada es fiel compañía de la condición humana.
Cada vez que reparte comida, la Guardia Nacional se encuentra con más refugiados. Algunas estimaciones elevan la cifra de inquilinos del Superdome a 30 mil y hasta a 60 mil. Para mitigar la hambruna, varios evacuados salen del estadio y van a saquear negocios. “No me importa lo mal que esté mi casa. Tiene que estar mejor que esto –consideró Ruby Jackson, de 56 años–. Al menos podría ducharme y dormir en mi cama.”
La temperatura de 33 grados hace que los evacuados se estén cocinando en sus excrecencias. Por eso, muchos refugiados van a buscar el sueño afuera, a una pasarela que rodea al estadio. Se acostaron ahí con el permiso de la Guardia Nacional. El comandante del Superdome, Ralph Lupin, dijo: “Hacemos todo lo que podemos para que estas personas estén cómodas. Damos lo mejor de nosotros. Eso no mejora las cosas, pero tratamos de que no empeoren”. Aunque tres pacientes de un hospital que fueron trasladados al “último refugio”, como le dicen ahora al estadio gigante, no pudieron soportar las condiciones y murieron. El huracán abrió dos grietas en el techo que ofrecen unas precarias duchas a los evacuados. Desde esas alturas se arrojó un hombre.
Ante la posibilidad de que las inundaciones crezcan, la gobernadora de Louisiana, Kathleen Blanco, dispuso ayer que se evacuara completamente el Superdome en el plazo de dos días. La Guardia Nacional repartirá a los refugiados en 475 micros que recorrerán 560 kilómetros por la única ruta transitable de Nueva Orleans. La primera tanda llegará hoy. Vivirán en el Astrodome de Houston, en el estado de Texas. Allí realizarán visitas guiadas a museos y a parques de diversiones hasta diciembre. Recién entonces se presume que podrán volver a lo que quede de sus casas.

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