Sáb 01.06.2002

EL MUNDO • SUBNOTA  › OPINION

La línea de descontrol

› Por Claudio Uriarte

Fríamente examinada, la presente escalada de tensión entre India y Pakistán se parece más bien a una subasta, con el general Pervez Musharraf, gobernante militar de Pakistán, en el papel del rematador que bajará el martillo ante el mejor postor por la paz. Porque Pakistán, si bien no puede ser incluido (por razones geopolíticas) entre los “Estados paria” de Bill Clinton, o en el “eje del mal” de George W. Bush, decididamente merece en cambio el calificativo de “Estado lumpen”: vive del narcotráfico, de la protección que brinda al terrorismo y de la colaboración que vende a las potencias occidentales para combatir a ese mismo terrorismo –como antes vendía anticomunismo–.
En una primera instancia, el escenario actual es bastante familiar. En primavera, comienza el deshielo de los Himalayas, y Pakistán aprovecha la movilidad resultante para infiltrar militantes islámicos en el Kashmir musulmán dominado por India. Lo que sigue es un período de provocación y tensión, que es usado para levantar la popularidad de quien esté en el poder en Islamabad o para conseguir ayuda disuasoria por parte de sus aliados occidentales. Pero en este caso, dos novedades alteran el panorama. Una es que India y Pakistán son potencias nucleares, y que una guerra entre ambas, si las cosas se descontrolan, podría causar 12 millones de muertos y una catástrofe ambiental. La otra –más sugestiva– es que estas escaramuzas de temporada ocurren en el contexto de la guerra antiterrorista norteamericana. Como se sabe, Osama bin Laden siempre contó con simpatías dentro del tenebroso ICI, el servicio de inteligencia paquistaní. Durante el bombardeo de Tora Bora en diciembre, la última gran ofensiva de EE.UU. en Afganistán, el complejo de cavernas que albergaba a Bin Laden y los ejércitos de Al-Qaida fue efectivamente limpiado, pero los hombres (o sus restos) nunca fueron encontrados. Es evidente que huyeron en masa a las vecinas regiones tribales del norte de Pakistán.
La llegada de la primavera también descongela las operaciones bélicas en Afganistán. Recientemente el Pentágono advirtió que Al-Qaida estaba reagrupándose para una contraofensiva. En diciembre, un ataque de militantes propaquistaníes produjo una masacre en el Parlamento indio. Y Pakistán nunca obtuvo de EE.UU. lo que quería por su colaboración en la guerra afgana. Para hacerlo más claro, Pakistán ha redesplegado hacia la Línea de Control en Kashmir tropas que tenía en la frontera con Afganistán. En este contexto, el secretario de Defensa de EE.UU., Donald Rumsfeld, que viaja al subcontinente la semana próxima, puede ser el mejor postor.

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