Lun 23.01.2006

EL MUNDO • SUBNOTA  › OPINION

El desafío de la coca

› Por Mercedes López San Miguel

A partir de la histórica toma del mando de Evo Morales en Bolivia, la frase del escritor Mario Benedetti “cuando algún boliviano llega al mar, aunque éste sea ajeno, siempre se trata de un blanco, no de un indio” (Despistes y franquezas) podría quedar encapsulada en el tiempo. De modo inédito será un indio quien lleve ante Chile el reclamo de, por fin, lograr una salida al mar, pues el enorme lago Titicaca sólo conduce a Bolivia a sí misma y alimenta su frustración. En tan sólo dos meses asumirá en Chile la socialista Michelle Bachelet, país que vive así también un momento histórico al tener por primera vez una presidenta, que es un símbolo: víctima de la dictadura de Pinochet, agnóstica y separada. Dos nuevos liderazgos para la región, uno entre tantos asuntos externos pendientes para el “Evo”, jefe aymara.

El líder de los cocaleros tendrá por delante el ríspido tema con Washington de erradicación de la coca. Hasta ayer, alrededor de 150 soldados bolivianos encargados de destruir las plantaciones ilegales de coca vivían un tiempo muerto, acampados en la extensa región del Chapare, según informó The Washington Post. Tambalea el programa financiado por el gobierno republicano: Morales ha dicho en su campaña que Bolivia retiraría el apoyo al programa de erradicación, piedra angular de la lucha antinarcóticos y desarrollo de cultivos alternativos que lleva adelante Estados Unidos. El nuevo presidente boliviano está a favor de despenalizar el cultivo de coca y ve en el programa antinarcóticos de Estados Unidos en la región un modo de establecer su presencia militar.

El país del Norte destina 100 millones por año a la erradicación y al desarrollo de cultivos alternativos en Bolivia. Los cocaleros pronostican un boom de producción de la coca. El vicepresidente ayer asumido, Alvaro García Linera declaró que un estudio de la Unión Europea que mida el tamaño del mercado del consumo legal de la coca será un punto de partida. Si el estudio indica que el mercado puede apoyar más de las 26.600 acres legales, el cultivo será expandido. Si no, García Linera sugirió que habrá límites. “La erradicación debe de estar acompañada de cultivos alternativos”, ha advertido sin embargo, el vicepresidente en funciones. “Con Evo creo que las cosas van a estar mejor para nosotros, que vivimos del cultivo de la coca”, esa frase dicha por Ureña, una campesina del Chapare de 54 años, sintetiza el optimismo frente el nuevo escenario.

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