“Todos los musulmanes están felices (del triunfo de Hamas) y, con la ayuda de Dios, este terremoto se sentirá hasta en la Casa Blanca”, aseguró ayer el ayatola Mohamed Kashani durante la plegaria del viernes en la Universidad de Teherán. La satisfacción de los islamistas quedó patente con la rápida felicitación del gobierno a los palestinos. Sin embargo, el entusiasmo se desvanece entre aquellos dirigentes cuya legitimidad cuestionan grupos locales surgidos del mismo Islam político que Hamas, en especial en el mundo árabe. El régimen iraní, tradicional aliado de Hamas, ha aprovechado la oportunidad para destacar la contradicción que supone promover la democracia y negar el derecho a gobernar a un partido elegido democráticamente. Este argumento tiene mucho eco entre los musulmanes comunes, que en general desconfían de las intenciones democratizadoras de EE.UU. porque sigue apoyando a tiranos que les impiden participar en el gobierno de sus países.

“¿Cómo se atreven a oponerse de forma tan grosera al voto popular? Cuando dicen que Hamas es un grupo terrorista, están diciendo que los palestinos son terroristas”, resumió el ayatola Kashani durante su sermón. Así lo ven también muchos musulmanes, sean chiítas o sunnitas, árabes, persas o de otro origen étnico. “Los palestinos han votado resistencia”, constató el portavoz de Exteriores iraní, Hamid Reza Asefi, al informar el jueves de la nota de felicitación enviada a la dirección de Hamas. Tal como titulaba el periódico egipcio Al Ahram, “el triunfo de Hamas redibuja el mapa político de Medio Oriente”. Y no sólo porque entierre las esperanzas de reanudar a corto plazo las conversaciones de paz con Israel, sino también porque confirma el ascenso de un islamismo que la mayoría de los líderes árabes ve con preocupación. Para ellos, el éxito electoral de ese grupo palestino confirma lo que llevan años repitiendo: la democracia refuerza a los islamistas que cuestionan su poder. Así se ha visto durante las pasadas elecciones legislativas en Irak –con el triunfo de los islamistas chiítas– o en Egipto –con el éxito de los sunnitas Hermanos Musulmanes–.

Pero a pesar de la preocupación suscitada, ha prevalecido el espíritu práctico. “Sean cuales fueren los resultados, el establecimiento de un Estado palestino junto a Israel sigue siendo la única solución para alcanzar la paz y poner fin al extremismo y la violencia”, declaró el rey Abdalá de Jordania, cuya única oposición organizada procede también de los Hermanos Musulmanes. La rama jordana de este grupo felicitó a Hamas por su victoria y pidió respeto a “la elección de los palestinos”. De modo parecido han reaccionado la mayoría de los dirigentes de países musulmanes. “No cerremos la puerta a Hamas, evaluemos sus actitudes y presionemos (a sus líderes) para que se comporte de la forma adecuada. Una presión similar habrá que aplicar a Israel. Si aceptamos la realidad de Israel, tenemos que aceptar la realidad de la creación de un Estado palestino”, declaró el presidente paquistaní, Pervez Musharraf. Aunque también se halla cuestionado por los islamistas, Musharraf inició el año pasado contactos diplomáticos con los israelíes.

Los comentaristas árabes predicen en sus columnas que prevalecerá el pragmatismo y que Hamas suavizará su postura. “También la OLP y el Likud fueron considerados grupos terroristas en su día y han terminado abrazando el proceso de paz”, ha recordado el presidente del Parlamento iraquí, Hajim al Hasani, convencido de que puede acabarse “viendo a Hamas como el Likud de Palestina”. No parece que el cambio vaya a producirse de inmediato. Entre tanto, se corre el riesgo de que Israel prosiga su delimitación unilateral de la frontera con Cisjordania, tal como ya hizo con la retirada de Gaza.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.