EL MUNDO • SUBNOTA
Desde la aplastante victoria de la organización integrista islámica Hamas el pasado miércoles, creció el interrogante sobre qué pasará con las mujeres. Por ejemplo, si el Parlamento votará leyes más restrictivas y afines a la creencia religiosa.
› Por D. M. *
Desde Gaza
Naila Ayesh, una mujer laica casada que frecuentemente recorre Gaza con ropa occidental ya ha notado un cambio sutil desde la victoria de Hamas en las elecciones del miércoles pasado. “Escuchás incluso a niños diciéndote, ‘Su cabeza no está cubierta ahora, pero lo estará. Puede manejar ahora, pero no lo podrá hacer después’.” También cuenta que una amiga le describió cómo le había dicho a un vecino que su hija iba a la escuela estadounidense de la ciudad de Gaza. “¿Qué, la manda a la escuela de los cruzados?” –respondió el asombrado vecino. “¿Por qué no la envía a la escuela Jeque Ahmed Yassin (bautizada con el nombre del fallecido líder de Hamas), en donde puede aprender idiomas al igual que el Corán?” Ayesh agregó: “Todo esto ya había pasado antes, pero está sucediendo más seguido desde la elección”. Ayesh es una fiel nacionalista palestina –tanto ella como su esposo han sufrido severos períodos en cárceles israelíes por sus actividades políticas–. Sin embargo, sus preocupaciones por los expansivos efectos internos de la victoria de Hamas van más allá que estos pronósticos relativamente triviales.
Ayesh dirige el Centro de Asuntos de la Mujer, al que considera un valiente oasis del progresismo femenino en medio de la Gaza conservadora. En el fondo, la facción islámica y sus aliados en las mezquitas no simpatizan con muchas de sus causas; el Centro ha realizado una campaña para conseguir un refugio para mujeres golpeadas que, hasta ahora, ha sido en vano debido a los miedos de que esto incentive a que las mujeres dejen a sus maridos. Su trabajo va desde un programa experimental que introduce a las estudiantes de la Universidad Islámica en las leyes, los derechos humanos y en las oportunidades laborales, hasta una campaña para crear un derecho familiar que proteja a las mujeres del abuso y asegure su derecho a la custodia infantil después del divorcio –lo que temen no será una prioridad para Hamas–. “No temo por las leyes que ya existen, porque se necesita una mayoría de dos tercios, no obstante, estoy preocupada por la legislación que todavía no ha sido aprobada” –explicó Ayesh.
Hamas está muy lejos de ser los talibanes. Apoya enérgicamente la educación de la mujer, está generalmente en contra del “asesinato por honor” y algunos de sus candidatos apoyaron los refugios para mujeres. Su vocero también se ha esforzado para dejar en claro que no tienen la intención, en un futuro cercano, de imponer su ideología religiosa, incluyendo su compromiso a largo plazo con la ley Sharia en el Parlamento. Sin embargo, Ayesh está preocupada porque a veces los mensajes públicos más conciliatorios entran en conflicto con las profundas creencias de los nuevos legisladores.
Por ejemplo, ella nota que Mariam Farhat, la conocida “Madre de los Mártires”, una nueva legisladora de Hamas cuya propaganda electoral la mostraba ayudando a su hijo de 17 años a preparar explosivos –que luego lo mataron a él y a cinco israelíes– dijo en una entrevista que su primera campaña como parlamentaria sería para una ley que requiriera que todas las mujeres palestinas usaran el hejab. Para Ayesh, la rectificación posterior de Farhat no fue convincente. No obstante, en cualquier caso, ella espera que el cambio sea cultural y gradual y no legislativo. “Hamas no hará esto directamente sino que usarán otras figuras respetables, por ejemplo, en las mezquitas.” Ayesh es la primera en reconocer que el amplio voto a favor de Hamas reflejó un profundo deseo de “castigar” a Fatah por sus grandes errores en la última década.
Y mientras escuchó acusaciones de que Hamas entregó incentivos de 43 dólares a votantes mal informados para que apoyen a sus candidatos –en lo que en realidad fue una elección admirablemente secreta– asegura que existe por lo menos, la misma cantidad de informes sobre Fatah teniendo el mismo comportamiento.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Laura Carpineta.
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