EL MUNDO • SUBNOTA › OPINION
› Por Sergio Widder *
No se trata de la guerra. No se trata de la causa palestina, o de la lucha contra el terrorismo (según la óptica de cada uno). Se trata del más burdo y elemental antisemitismo. Durante el programa “Hora clave” del domingo 30/7, en medio de una discusión acerca de la dolorosa situación que se vive hoy en Medio Oriente, tuve la sensación de entrar en un túnel del tiempo hacia épocas medievales. Entre los invitados a debatir estaba el sheij Mohsen Alí, quien no dejó pasar la oportunidad para dar su particular visión acerca del conflicto.
Según Alí, los israelíes van cotidianamente “en busca de su ración diaria de sangre y de carne humana”. Ya no se trata de una lucha territorial, religiosa, o de intereses. Se trata de que los judíos necesitan su dosis diaria de sangre y de carne humana.
En vísperas de la guerra en Irak, escuché muchos análisis según los cuales “los norteamericanos iban por el petróleo”. No es una perspectiva amistosa con Estados Unidos, pero al menos se interpreta como un conflicto de intereses. A nadie se le ocurrió decir (probablemente, ni siquiera pensar) que “los americanos necesitan su dosis de sangre y de carne humana”.
Y vuelvo entonces a la cuestión del Medioevo, cuando los judíos eran perseguidos y masacrados porque se los acusaba de practicar el crimen ritual, a través del cual extraían sangre de niños cristianos, sangre que luego se utilizaría para fabricar la matzá, el pan ázimo que los judíos comemos durante las Pascuas. La diatriba se ha reformulado y adaptado al presente, y ahora es el ejército israelí, el ejército del Estado judío, el que necesita de la sangre del otro.
Pero Alí no se conformó con su argumento medieval. Avanzó cuestionando la lealtad hacia la Argentina de los argentinos judíos. Dijo que él llevaba prendida en sus ropas una bandera con el sol argentino, y que “sabemos que en el ejército israelí hay argentinos, que se formaron en este país y ahora están allá”. Agregó una dosis de odio antisemita más moderno, asociada a los Estados nacionales, a su anterior visión medieval. No es la primera vez que los judíos recibimos este tipo de ataques en base a lo que se da en llamar como “doble lealtad”. ¿Alguien sugirió, alguna vez, que los argentinos descendientes de españoles, alemanes, italianos, entre otros, que optaron por tener una doble nacionalidad, son menos leales a la Argentina que sus compatriotas que portan un único pasaporte? Por supuesto que no.
Es inevitable que haya múltiples miradas sobre el conflicto que tiene lugar en Medio Oriente. Pero es inaceptable que sea utilizado para promover el odio antisemita.
* Representante para América latina del Centro Simon Wiesenthal.
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