Mar 07.11.2006

EL MUNDO • SUBNOTA

El vicepresidente Morales, ex negociador de la Contra

Ex banquero y ex líder de la Contra, el hombre que acompañó a Ortega en la fórmula adelanta un gobierno no confrontativo y en el marco del Cafta.

› Por María Laura Carpineta

Jaime Morales Carazo es la prueba viviente de las alianzas heterodoxas que debió realizar el presidente electo Daniel Ortega y su estrategia de reconciliarse con los sectores que lo combatieron a sangre y fuego en los años ’80. Morales era uno de los dirigentes de la guerrilla contrarrevolucionaria, financiada por Estados Unidos, y antes había sido un banquero muy acaudalado. Pero los tiempos de lucha y de enfrentamiento han terminado. Ortega y Morales dirigirán juntos el próximo gobierno nicaragüense. A pesar de su alianza con el sandinismo, el ex líder de la Contra y futuro vicepresidente toma distancia de las posiciones de la izquierda. En diálogo con Página/12 adelantó que no habrá políticas estatistas y auguró una buena relación con Estados Unidos.

–¿Cuáles serán las prioridades económicas de su gobierno?

–La primera acción es mantener la estabilidad económica, el control de la inflación, la libre convertibilidad de la moneda. También vamos a negociar en la próxima semana el programa anual con el FMI. Como vicepresidente he sido comisionado para atender los asuntos financieros o, en otras palabras, el periplo de conversaciones con los organismos internacionales. Pretendemos mantener el mismo nivel de cooperación internacional que venimos teniendo. Para nosotros es muy importante la ayuda externa. Esto nos permitirá promover el desarrollo de la producción agropecuaria, que es uno de los pilares de nuestras exportaciones. Además queremos aprovechar mejor los TLC, en especial el firmado con Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos (Cafta).

–Ya dijeron que no eliminarán el Cafta, ¿están analizando la posibilidad de rever algunas partes?

–Los tratados de esa naturaleza no se pueden revisar. Al ser negociados no se protegió bien algunos sectores, por ejemplo, el campo. Sin embargo, sí podemos atenuar sus falencias con algunas medidas internas. El Cafta no es una panacea, pero tampoco es una caja de Pandora. Lo vamos a aprovechar al máximo, ya que nos coloca en una mejor posición que otros. Pero para que podamos aprovecharlo tenemos que mejorar nuestra infraestructura, tendremos que hacer un esfuerzo en el área de la energía.

–En estos esfuerzos, ¿qué participación tendrá el Estado?

–Vamos a conservar la misma línea, es decir, que sea la empresa privada el principal motor de desarrollo del país. Habrá un respeto absoluto a la propiedad privada y a la seguridad jurídica. La idea es impulsar la inversión privada en estas áreas. En ninguna circunstancia se considerarán políticas estatistas. Sólo intentaremos impulsar las áreas más olvidadas.

–En la campaña se firmaron acuerdos con el gobierno de Chávez para suministrar bienes como el petróleo. ¿Esta cooperación se ampliará en el próximo gobierno?

–Prevemos aprovechar tanto el Cafta como la ayuda del gobierno de Venezuela. En el área del petróleo, nosotros dependemos tremendamente. Carecemos de una capacidad generadora y, por eso, contemplamos continuar estrechando esa relación. También pensamos ampliar nuestras relaciones con otros países de América del Sur, con la UE y con Taiwan. El Cafta y la relación con Venezuela no excluyen otras relaciones.

–La Embajada de Estados Unidos y otros funcionarios de ese gobierno fueron muy duros contra el sandinismo durante la campaña. ¿Cómo afectará esto la relación bilateral una vez que asuman?

–Yo no pertenezco al FSLN. Fui el jefe negociador de las guerrillas de la Contra y un banquero liberal. Fui invitado por el FSLN a unirme, respetando mis valores. Con respecto a Estados Unidos, creo que es un gran país, con un pueblo muy generoso. Desafortunadamente han retornado algunas posiciones de personas que estuvieron enfrentadas con los sandinistas en los años ’80. Estos temen que uno de sus adversarios ideológicos de la ultima parte de la Guerra Fría regrese por la vía cívica. Sin embargo, conociendo el pragmatismo de Estados Unidos y reconociendo que ahora existen algunos puntos en común –la lucha contra el terrorismo, el tráfico de drogas y de personas–, creo que prevalecerá el sentido común. Cuando pase la verborragia de la campaña, prevalecerá la cordialidad. Además, cualquier medida para debilitar al país podría provocar un debilitamiento de la región.

–¿A qué tipo de medidas se refiere?

–En materia política es preferible imaginar hechos. Ha habido amenazas desde el gobierno estadounidense de que habría un embargo de las remesas, un período de observación. Esto podría ser muy calamitoso, ya que podría significar congelar créditos que ya habían sido otorgados por los organismos internacionales. Para un país pequeño como el nuestro, cualquier debilitamiento en este sentido sería caótico.

–El domingo, el embajador estadounidense Paul Trivelli hizo pública una carta en la que denunciaba anomalías en la elección, contrariamente a la opinión de todos los organismos observadores que han avalado el proceso. ¿Cómo interpretaron ustedes esta carta?

–Es desafortunada, pero no afecta mucho. Es la cola del huracán, de una política bastante poco prudente, considerada como injerencista por la propia OEA. Fue el coletazo final. Pero ya volveremos a la realidad.

–¿Esto significa que usted cree que el gobierno estadounidense, a través de su embajada, cambiará su actitud a partir de ahora?

–Estados Unidos se ha caracterizado por su realismo, especialmente cuando éste se sustenta en el derecho. Este ha sido un proceso electoral observado por 17 mil ojos, muchos no afines del sandinismo.

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