EL MUNDO • SUBNOTA
La fuerza de la religión también llegó a Paraguay y amenaza con hacer lo que ningún político ha podido hacer en las últimas décadas: destronar a los colorados. Monseñor Fernando Lugo llegó como la respuesta a todas las plegarias de la oposición en Asunción. Una figura fuerte, apartidaria, de una moral y un pasado intachables, y una base política que incluye nada menos que al combativo movimiento campesino. Todas las encuestas lo dan primero, a pesar de la desaprobación del Vaticano y las advertencias del oficialismo y la clase empresarial adicta. El ex obispo de 60 años y formación jesuita todavía está lejos de la silla presidencial, que se disputará recién el próximo año. Pero es la primera vez desde la caída de Stroessner que un opositor reúne detrás de sí tantos apoyos.
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