Los empresarios privados reaccionaron ayer con moderado optimismo ante un paquete de planes fiscales y de inversión pública anunciado por el presidente Lula da Silva, para impulsar la estancada economía de Brasil. La poderosa Confederación Nacional de la Industria (CNI), el gremio patronal más importante del sector privado del país, afirmó que todavía hacen falta medidas estructurales en el área fiscal y de reducción impositiva para inversiones.

El presidente de la CNI, Armando Monteiro Neto, no obstante, opinó que el plan es un importante estímulo a las inversiones en Brasil. “El paquete contempla todo aquello que el sector privado ha venido exigiendo a lo largo del tiempo: estímulo a las inversiones, apoyo a quien quiera invertir, marcos regulatorios, mejora en la financiación y menos carga tributaria”, aseguró Neto.

Lula presentó con toda pompa un esperado Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), que propone inversiones públicas y del sector privado por unos 234.000 millones de dólares hasta 2010, dirigidas a acelerar la economía que menos crece en América latina. El plan requiere del apoyo del Congreso para flexibilizar leyes fiscales y de inversión y muchos expertos temen que no llegue a salir completamente del papel o que sea limitado por la rígida política monetaria y fiscal del gobierno.

Neto advirtió de que Brasil sólo crecerá de manera sustentable si se aplica una serie de “reformas estructurales”. Durante la presentación del programa el ministro de Hacienda, Guido Mantega, pidió al propio presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, que reduzca las tasas de interés. Más tarde, Mantega dijo a periodistas que las críticas al plan son “precipitadas”, porque los empresarios no han tenido tiempo de leerlo en toda su extensión.

Por su parte, la Federación de Industrias de Río de Janeiro –el segundo estado de mayor fuerza económica del país– dijo que el plan “presenta acciones en la dirección correcta de elevar la inversión”. “No obstante, cabe resaltar la ausencia de medidas estructurales más fuertes como la reducción de gastos públicos y las reformas tributaria, del sector laboral y del sistema de previsión social”, señaló la Federación en un comunicado. El patronal Sindicato de la Industria de la Construcción Civil de San Pablo elevó ayer mismo desde 4,9 a 6,0 por ciento para 2007 la proyección de crecimiento del sector en el estado más populoso de Brasil, gracias al programa. El gremio también llevó desde el 3,5 hasta el 4,0 por ciento su proyección de crecimiento del sector en todo Brasil.

Al acto de anuncio del plan asistieron 25 de los 26 gobernadores del país y la mayoría de ellos objetó la falta de consultas previas. Los estados pobres lamentaron la pérdida de ingresos federales. “Lamentablemente el programa agrava la distorsión histórica que es la imposibilidad de invertir”, dijo el gobernador del empobrecido estado de Paraíba, Cassio Cunha Lima. “La Unión (gobierno federal) concentra los grandes ingresos y los estados, dependientes, siguen como colonias”, afirmó.

El presidente de la Federación de Industrias del Estado de Rio Grande do Sul, Paulo Tigre, fue más vago: “Una cosa es la voluntad de crecer y otra un proyecto de crecimiento. El gobierno presentó un programa de crecimiento, que tal vez no sea aún lo que nos gustaría ni la velocidad deseada...”, afirmó. En tanto el presidente de la Sociedad Rural Brasileña, Cesario Ramalho, fue crítico, por considerar que se dejó al sector agropecuario “en segundo plano”. Ramalho dijo que el PAC no incluía ninguna “medida directa” para favorecer al sector: “La agricultura es el segmento que más contribuye a la economía del país, pero fue ignorado en el PAC”, se lamentó.