Ni la campaña que utilizó la figura del comediante Chespirito ni mucho menos la intervención directa del papa Benedicto XVI lograron impedir que ayer se despenalizara el aborto en la Ciudad de México. Eso sí, los 46 legisladores que aprobaron las reformas al Código Penal para el Distrito Federal (la mayoría del izquierdista PRD) quedaron desde ayer formalmente excomulgados por la Iglesia Católica. Los otros 19 diputados que votaron en contra (los del derechista PAN y del acomodaticio Partido Verde) podrán ir el próximo domingo a misa y comulgar con la conciencia tranquila: no tuvieron en cuenta que unas miles de mujeres al año mueren en el país por practicarse abortos clandestinos. Se ignora si el único diputado que se abstuvo de votar (uno del PRI) quedará condenado al limbo.

En el fondo, el tema del aborto fue el terreno donde se libraron dos batallas no menos importantes. Una de ellas, ratificar la esencia de un Estado democrático que esencialmente es laico. La otra fue ganada por grupos feministas que lograron cambiar los términos del debate: nadie está a favor del aborto, y lo deseable es acabar con esa práctica. Lo que se discutió fue si se estaba a favor o en contra de respetar lo que las mujeres decidan en torno de su cuerpo y de su derecho a la reproducción en las condiciones que ellas elijan. La discrepancia se centró así en la manera de enfrentar un problema que es de salud pública, no de moral religiosa.

Voces conservadoras se aferraron al dogma e hicieron todo por conservar la penalización, desde apelar al presidente conservador Felipe Calderón (que se pronunció por el “respeto a la vida”) y al papa Benedicto XVI (que envió una carta a la Asamblea Legislativa del DF llamando a no despenalizar el aborto), hasta organizar marchas, mítines y rezos.

El debate en torno del aborto se prolongó durante meses y por momentos alcanzó un tono decimonónico que remitió al país a la vieja disputa entre liberales y conservadores, que concluyó con el diseño constitucional de un Estado laico en 1857, justo ahora que se cumplen 150 años del pacto social que separó en México al Estado de la Iglesia Católica. Las amenazas de muerte contra legisladores y dirigentes de organizaciones no gubernamentales que apoyaban la iniciativa recrudecieron desde marzo e incluyen a los médicos y enfermeras que, en acatamiento de la ley, practiquen abortos en hospitales públicos.

El debate quedó simbolizado en las pantallas de TV. Por un lado, el célebre protagonista de El Chavo, en contra del aborto. Por otro, la joven Paulina, violada en 1999 cuando tenía 14 años, a quien las autoridades le impidieron abortar.