Lun 23.07.2007

EL MUNDO • SUBNOTA  › LOS TURCOS APOYARON EL CRECIMIENTO ECONOMICO

El pragmatismo fue clave

› Por Juan Carlos Sanz *
desde Estambul

“En la casa donde se cocina tiene que haber comida”, dice un viejo proverbio otomano. Turquía ha duplicado en cinco años su Producto Bruto Interno, ha dividido por tres la inflación y multiplicado por veinte las inversiones que recibe desde exterior. Y aunque muchos de los 75 millones de turcos siguen almorzando pan con apenas queso, aceitunas y pepinos, y, de vez en cuando, un vaso de ayran (yogur licuado), los hospitales y las escuelas comienzan a sustituir a los cuarteles como principales edificios públicos en las ciudades de la Anatolia profunda. Los islamistas moderados del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) llegaron al poder tras el desplome de la economía en 2001 y en medio del descrédito de los partidos tradicionales laicos. El AKP revalidó ayer su mayoría absoluta tras haber colocado a Turquía en la senda de un crecimiento sostenido al ritmo del 7 por ciento anual.

La herida abierta por la fallida elección presidencial del pasado mayo –bajo la nada velada amenaza de las Fuerzas Armadas– aún tardará en cerrarse, pero el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, ante todo un reformista pragmático, repetirá mandato con un mayor respaldo de los votantes después de haber capitaneado el periodo de bonanza más largo de la historia contemporánea de Turquía. En su haber cuenta el incremento del 210% de la renta per cápita turca, hasta situarla en unos 5500 dólares anuales. En su debe, una tasa de desempleo invariable del 10%, pese a que cada año se incorporan un millón de jóvenes al mercado de trabajo turco. Turquía es también un país de paradojas. Musulmán (99% de la población), aunque laico. Asiático en su mayoría, pero aspirante a ingresar en la UE. Miembro de la OTAN y crecientemente antioccidental, ante el rechazo de Alemania o Francia a su integración en Europa y a la política de Estados Unidos.

La polarización de la sociedad turca entre islamistas y laicos movilizó ayer a millones de turcos que rechazan las políticas de Erdogan, tras las que ven una agenda oculta para imponer la sharia (ley islámica) y someter al país a los dictados de Occidente. El histórico Partido Republicano del Pueblo (CHP), fundado por Mustafá Kemal Ataturk, como partido único, ya no será la única oposición al AKP en el Parlamento, aunque seguirá siendo la segunda fuerza. Su líder, Deniz Baykal, vicepresidente de la Internacional Socialista, arremete contra las privatizaciones emprendidas por Erdogan. Pero el descontento antiislámico parece haber sido capitalizado, con un 10 % de votos, por la ultraderecha del Partido del Movimiento Nacionalista (MHP). Su líder, Devlet Bahçeli, proclama que para solucionar el problema kurdo basta una soga. Turquía abolió la pena de muerte en su negociación con la UE, lo que sirvió para conmutarle la condena a la horca al líder de la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdulá Ocalan.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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